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Restos de la portada cegada

Identificador
50298_10_024n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 52' 9.21'' , -0º 47' 10.67''
Idioma
Autor
Delia Sagaste Abadía
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Pedro

Localidad
Zuera
Municipio
Zuera
Provincia
Zaragoza
Comunidad
Aragón
País
España
Descripción
La iglesia parroquial de Zuera, bajo la advocación de San Pedro, es un perfecto ejemplo de la arquitectura románica en ladrillo realizada en el Valle del Ebro con los materiales propios de la zona. Si bien había sido tradicionalmente datada a comienzos del siglo XIII, diversos hallazgos recientes han puesto de relieve la antigüedad de la obra original, así como su importancia en el nacimiento del mudéjar aragonés, aunque se trate todavía de arquitectura románica en ladrillo. Es el caso de la recuperada portada monumental que se abría en el muro de la epístola al exterior, hoy estrecha sacristía, y realizada enteramente en ladrillo. De hecho, puede adelantarse la cronología de su construcción entre 1169 y 1189, fecha en la que sus muros perimetrales ya estaban terminados. Se trata de la única construcción realizada en estos materiales que se conserva de aquellas fechas, por lo que supone un ejemplo excepcional de un interesante momento de transición, ya que en San Pedro de Zuera puede observarse cómo el lenguaje del románico pleno es interpretado e imitado con materiales y técnicas constructivas propias de otra tradición edilicia. La iglesia consta de tres naves con transepto alineado en planta y una magnífica cabecera trilobulada que se manifiesta con gran plasticidad al exterior. El interior va cubierto con bóveda de cañón apuntado en sus primeros tramos y con bóveda de crucería en el resto del templo. Las naves laterales, de menor altura y anchura que la central, se comunican con ésta por medio de arcos apuntados. Los ábsides dan cobijo al altar mayor (5,10 m de anchura), al altar del Santo Cristo y al altar de San Licer (3,10 m de anchura cada uno), devoción introducida por los gascones. La parte más antigua del edificio zufariense, como ya hemos adelantado, la constituyen los tres ábsides de la cabecera y el propio perímetro de la iglesia que, gracias a la maleabilidad de los materiales empleados, alcanzaba unas dimensiones de casi 27 m de longitud de las naves, mientras que la anchura del templo a los pies es de 14,35 m. Como atestiguan los restos ya citados, la iglesia fue realizada por constructores o alarifes musulmanes que reemplazan el sillar usado por los canteros de la época por otro tipo de materiales. Como material principal fueron usados el yeso o aljez y el canto rodado, que ayudaron a construir muros de hasta 180 cm de grosor. Mientras, el ladrillo rojizo y amarillento (18 x 36,5 x 4,5 cm) se usó en la construcción de bloques que imitaban sillares, en los tambores de los fustes de las columnas, en las basas, etc. Asimismo, el alabrastro se reservó para los canecillos de rollos del alero de los ábsides y como cierre en altura de la cabecera triabsidal. La magnífica portada monumental recuperada del muro sur medía 4,25 m de altura, y estaba compuesta por cuatro grandes arcos abocinados. Muestra, por otra parte, cómo se intentaron imitar, con ladrillo aplantillado, detalles propios del trabajo en piedra en sus arquivoltas y en lo que se conserva de un capitel en ladrillo. Se han establecido paralelos formales con el monasterio de Cambrón. Una filiación cisterciense que gana sentido si sabemos que el santuario de Nuestra Señora del Salz se encontraba en el término de Zuera. Diferentes intervenciones transformarían el aspecto del templo zufariense con el correr de los siglos. Por ejemplo, el presbiterio se remodeló al interior a finales del siglo XVI, de modo que poco o nada transmite de su filiación románica. También hacia finales del siglo XIV se abrieron los muros entre contrafuertes para colocar retablos en nichos poco profundos, y como resultado de ello se picarían los ventanales originales. Afortunadamente, se produjo otro feliz hallazgo en el coro alto a los pies, durante unos trabajos de recuperación llevados a cabo en 1998. Salieron a la luz varios ventanales formados por cinco arcos de medio punto abocinados y realizados en rejola o ladrillo aragonés, con unas dimensiones de 2,10 m de altura y 1,85 m de luz. Finalmente, ya en el siglo XVIII, se añadió la antigua sacristía en el lado de la epístola. Sobre el pórtico de entrada se yergue una torre neogótica, ambos obra de comienzos del siglo XX y que vinieron a sustituir a la anterior mudéjar, arruinada por los rayos. Por otra parte, debemos considerar la iglesia como un conjunto decorado muralmente, del que tan sólo se conservan fragmentos de la magnífica pintura mural múdejar que cubría el interior del edificio y que se realizaría entre los siglos XV y XVI. En ese período se renovaron las cubiertas y se enriqueció considerablemente el patrimonio mueble del templo. La actual parroquia de Zuera cuenta con unas modernas instalaciones anexas al edificio de la iglesia y que incluyen un pequeño museo.
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