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Sillares y arco reutilizados en el muro norte en la puerta de acceso al cementerio

Identificador
47692_01_006
Tipo
Fecha
Cobertura
42º 1' 56.94'' , -5º 9' 2.97''
Idioma
Autor
José Luis Alonso Ortega
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

Iglesia de Nuestra Señora del Temple

Localidad
Ceínos de Campos
Municipio
Ceínos de Campos
País
España
Edificio (Relación)

Cementerio

Localidad
Ceínos de Campos
Municipio
Ceínos de Campos
Provincia
Valladolid
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
PUESTO QUE COMO YA HEMOS SEÑALADO el edificio ha desaparecido –excepto los cuatro arcos conserva- dos en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid y algún que otro resto empotrado en distintas construcciones de la localidad y en el cementerio– hemos de partir de testimonios de una mayor o menor antigüedad y cierta credibilidad para intentar reconstruir en todo su esplendor lo que fue este templo de Nuestra Señora. Diferentes testimonios gráficos y literarios del siglo XIX (grabados de Parcerisa y descripción de García Escovar básicamente) permiten revivir en nuestra imaginación la grandeza de un edificio que en esencia estaba constituido por una sola nave cubierta con cañón apuntado y con contrafuertes exteriores que se dividía interiormente en cuatro tramos por arcos perpiaños apuntados sobre semicolumnas adosadas. La cabecera presentaba un ábside semicircular cubierto con bóveda de horno y de rica ornamentación, muy probablemente articulando verticalmente en varios paños su exterior por el uso de columnas, tal y como ocurría en el interior. La puerta de acceso de medio punto abierta en el muro de poniente estaba precedida de un espacio a modo de pórtico y al norte aparecía la silueta de una torre cuadrangular de dos pisos en los que se abrían vanos dobles con arquivoltas decoradas con cabezas de clavo. Pero a esta disposición, llamémosla esencial, hay que añadir un cuerpo de planta cuadrangular que se extendía al oeste de la iglesia, a los pies del templo, a modo de capilla. Cuerpo que a media altura transformaba su planta en octogonal gracias al uso de unas pechinas de las que partían sendas columnas en las que, además de constituirse la linterna, descansaban las aristas que formaban la cúpula. En cada uno de los paños de esa linterna se abrían dobles ventanas que en los muros bajos se correspondían con una arquería ciega de medio punto, excepto en uno de sus lados en donde a modo de galería era sustentada por pilares compuestos de haces de cuatro columnas. Las arquivoltas de estos arcos, sobre cuya decoración hablaremos posteriormente, no apoyan directamente sobre la imposta sino que lo hace sobre una moldura cúbica, sistema que de origen borgoñón encontramos en edificios románicos palentinos (Revilla de Santullán) y cistercienses vallisoletanos (La Espina y Matallana). Desconocemos el uso de esta "capilla", aunque tal vez fuera el funerario. Ya en época gótica se añadieron al exterior de la nave una serie de arbotantes que vendrían a reforzar –seguramente por graves problemas estructurales– los contrafuertes ya existentes. La singularidad arquitectónica del templo de Ceínos descansaba principalmente en la cubierta cupulada de la capilla, que en opinión de Felipe Heras denotaba "una clara influencia del ciclo de cúpulas del Duero –Salamanca, Zamora, Toro, sala capitular de Plasencia– en templos rurales de los que no habría otros ejemplos", aunque en su conjunto confluían "los mejores influjos palentinos y zamoranos de la segunda mitad del siglo XII", momento en el que se suele datar este edificio. Nuestra Señora del Temple no solo pone de manifiesto cómo el tardorrománico vallisoletano, tachado generalmente como un simple epígono de la arquitectura burgalesa o palentina, alcanzó en ocasiones cotas de elevada categoría artística sino también aquellas coordenadas en las que suelen moverse los edificios pertenecientes a unas Órdenes Militares que por lo general promovieron la creación de templos de una mayor entidad que los meramente rurales (levantados en sillería y abovedados). Desde este punto de vista Nuestra Señora del Temple sería un edificio ex novo y no cedido a la Orden una vez construido. Si por si sola la estructura arquitectónica sitúa a este edificio entre uno de los más interesantes de todo el románico vallisoletano, la calidad de su decoración esculpida iba a estar en consonancia con la elegancia de su caja muraria. Una riqueza escultórica que al parecer salpicaba su estructura arquitectónica tanto interior como exterior, ya fuera en la cabecera, en la torre –con ventanas de doble rosca decoradas con el motivo de las "cabezas de clavo"– o en la capilla situada al oeste. En esta última habría que señalar, además de los cuatro emblemas del Tetramorfos distribuidos en las pechinas y del Agnus Dei que decoraba la clave central (motivo que en idéntica ubicación se repite en Castronuño) de la cúpula, las arquerías que recorrían la parte baja de sus muros. Estos arcos, algunos de ellos ciegos, decoraban sus arquivoltas con "cabezas de clavo" y eran sustentados –como ya hemos indicado– por pilares compuestos por haces de columnas con sus respectivos capiteles decorados con elementos vegetales y figurados. Junto al arco que servía de puerta aparecía otro arco ciego que cobijaba otros más pequeños que son los que actualmente se conservan en Valladolid: descansaban estos sobre tres columnas con esculturas adosadas, algunas ya deterioradas cuando las conoció Parcerisa pero otras (una Virgen) permanecían íntegras al otro lado del arco de entrada. Los arcos que se conservan en el Colegio de San Gregorio, con rosca e intradós moldurados a base de baquetones, escocias y filetes, además de chambrana con cabezas de clavo, se levantan sobre haces de cuatro columnas con fustes monolíticos y plintos comunes cada dos, plintos muy deteriorados e incluso rehechos algunos de ellos. Los fustes presentan todavía restos mutilados de una rica escultura adosada con la que originariamente irían decorados, destacando un ángel decapitado –de alas escamadas y estriadas en los bordes– que sostiene entre sus manos un libro abierto en el que parece señalar algo. El resto de la figuración, sedentes o de pie, aparece muy mutilada y prácticamente irreconocible desde un punto de vista iconográfico, aunque es posible percibir los ropajes y los pliegues concéntricos de sus vestiduras. Quizás pudieran pertenecer dichas figuras a elementos de una misma composición. Las basas todavía visibles presentan formas áticas con un toro inferior muy aplastado decorado con arcos de medio punto y garras angulares de diversa tipología: flores de lis invertidas, pomas, piñas, etc,. y han servido como modelo para la reconstrucción de las basas de las columnas de la puerta de acceso a la torre de Santa María la Mayor de Valladolid. La cesta de sus capiteles se ornamenta a base de motivos en forma de crochet muy estilizados, similares a los existentes en el monasterio de la Espina, Villalba de los Alcores y Wamba. José Luis Senra ha señalado no hace mucho cómo el esquema compositivo de estos capiteles fitomorfos sintoniza con la estructura de determinados capiteles castellanos de finales del siglo XII, en este caso procedentes de la sala capitular del monasterio benedictino de San Salvador de Oña (Burgos). Sobre ellos aparece una ancha moldura o cimacio nacelado rematado en estrecho filete que pudo haberse decorado a base de arcos entrelazados o círculos. Dadas la categoría arquitectónica y la prolija decoración a la que hacen referencia todos aquellos que tuvieron el privilegio de ver in situ el edificio, es evidente que lo escasamente conservado tan solo sirve para evocar una ínfima parte de lo que en realidad debió ser. Una decoración que por diversos motivos (tipología de sus basas, plasmación de las formas fitomórficas y estructuras compositivas de sus capiteles, decoración de los cimacios, etc,.) se califica como propia de un románico tardío de la segunda mitad del siglo XII con paralelos en edificios palentinos –San Andrés de Arroyo, Santa María la Real de Aguilar de Campoo, Santa Eulalia de Barrio de Santa María– y burgaleses –San Salvador de Oña– si bien la estilización de las figuras y el tratamiento "barroco" de los pliegues de sus vestiduras señala ya un incipiente goticismo que, según Gratiniano Nieto, apunta a los talleres zamoranos y leoneses del mismo periodo. Por último hay que señalar que en la nave de la epístola de la actual iglesia parroquial de Ceínos, dedicada a Santiago, se conserva una imagen sedente y realizada en piedra de la "Virgen con el Niño"; pieza que los autores del catálogo monumental fechan a comienzos del siglo XIII. Al parecer esta escultura pétrea de gran tamaño (1, 10 m. de altura) procede de la antigua iglesia templaria y se encontraba adosada a una columna. Quizás se trate de aquella imagen que Felipe Heras hecha de menos (según el grabado de Francisco Javier Parcerisa) y que "quedaba entera al otro lado del arco de entrada".