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Vista general del Castillo del Rey de Lleida

Identificador
25120_06_003
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41.6186805,0.6238594
Idioma
Autor
Meritxell Niña Jové
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Castillo del rey o de la Suda

Localidad
Lleida
Municipio
Lleida
Provincia
Lleida
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Castillo del rey

Descripción

LLEIDA

Castillo del rey o de la Suda

El castillo del rey, también conocido como la Suda, es la gran edificación que, junto con la Seu Vella, domina la panorámica urbana de Lleida. Su existencia va unida a la misma catedral, puesto que después de la conquista cristiana de la ciudad y la consecuente reorganización urbana que tuvo lugar entre los siglos xii y xiii, los dos edificios se erigieron, respectivamente, como centros de poder civil y eclesiástico. Pese a que se considera que en el lugar donde se emplaza el castillo existió la alcazaba andalusí, la mayor parte de las estructuras que han pervivido corresponden a fases posteriores a la conquista feudal. Con todo, las excavaciones arqueológicas han mostrado que, en efecto, algunos cierres del recinto se apoyan sobre muros de época anterior.

 

La mención más antigua que se conoce sobre el edificio hace referencia a época andalusí. Hacia el año 883-884 Ismail ibn Musa, señor de la Lleida musulmana, reedificó el castillo y fortificó toda la ciudad, después de que ésta fuese arruinada, según se indica en una descripción de Lleida realizada por el cronista y geógrafo árabe del siglo xiv-xv, Al-Himyari, que comentaba que Lleida tenía una ciudadela inexpugnable que desafiaba cualquier ataque. Con la conquista cristiana de la ciudad en 1149, la fortaleza pasó al mando del conde de Barcelona Ramon Berenguer IV. Según han puesto de manifiesto los arqueólogos, el paso de la Suda andalusí al palacio cristiano se ha de entender como una profunda transformación del conjunto, puesto que, según parecen evidenciar los vestigios materiales, pasó de tener una organización en construcciones independientes a ser un recinto cerrado.

 

De la fase cristiana, la documentación pone de relieve la existencia de diferentes etapas constructivas, básicamente entre principios del siglo xiii y finales del xiv, durante las cuales se intervino intensamente en la fábrica, aunque el proceso de transformación y ampliación no se acabaría hasta el siglo xv, cuando se convirtió en cuartel militar y se inició su decadencia. El proceso de degradación y pérdida de estructuras, que avanzaría hacia el siglo xviii con la incorporación del palacio a la ciudadela a partir de 1707, culminó con sendas explosiones que afectaron profundamente la fortaleza y que supusieron la ruina de gran parte de sus estructuras. La primera de ellas se produjo en 1812, durante la Guerra de la Independencia, cuando estalló un polvorín que había en el interior del propio castillo y arrasó su ala este. La segunda, tuvo lugar el año 1936, cuando explotó otro polvorín, que en este caso devastó el ala oeste, que se conoce gracias a numerosos testimonios fotográficos de principios del siglo xx. Puede que la nave norte hubiese sido destruida durante la Guerra de los Segadores, dado que ya no se representó en unos planos del castillo realizados en el siglo xviii. En definitiva, en la actualidad sólo pervive –y de modo parcial– el flanco del sector sur.

 

Los trabajos arqueológicos han permitido reconstruir, sin embargo, la planta de la edificación. Del mismo modo, nos acercan a su configuración medieval las planimetrías elaboradas en 1796 y custodiadas en el Servicio Histórico del Ejército de Madrid, las cuales fueron dadas a conocer por Francesca Español en 1992 y 1996. Y, por último, también nos podemos aproximar al aspecto que antiguamente ofrecía el monumento a través de las descripciones antiguas. En concreto contamos con dos, realizadas en el siglo xviii por Pedro Juan Ventanas (hacia 1760-1770) y Fancisco de Zamora (1788). A continuación nos proponemos reseñar brevemente las fases constructivas de la edificación relativas a la época románica, poniendo especial atención a las remodelaciones efectuadas en los siglos xii y xiii.

 

Tradicionalmente, la fase inicial de las obras se había circunscrito entre la segunda mitad del siglo xii, justo después de la ocupación cristiana, y principios del siglo xiii, momento en el que aparecen las primeras noticias documentales relativas a la obra. Se ha considerado que este marco cronológico fue entre 1149 y el 1214, año este último en el que se celebraron unas cortes generales en Lleida, las cuales se sobreentiende que se habrían realizado en el castillo. De años inmediatamente anteriores a 1214 existen varias menciones documentales que parecen hacer referencia a unas obras que se ejecutaban en la fortaleza: la primera data de 1209 y figura en un documento dictado en Lleida por el monarca Pedro el Católico (ad opus operis castri nostri de Ylerda), y la segunda, de 1212, en una donación hecha por el mismo monarca que atestaba la existencia de una capilla en el castillo. Sin embargo, últimamente se ha tendido a relativizar el estado en que se encontraría la construcción en aquellos momentos. De todos modos, las noticias evidencian la sustitución de las antiguas estructuras andalusís, de forma que se considera que durante los primeros años del siglo xiii se habría acabado la transformación del antiguo palacio.

 

Después de esta etapa inicial, la siguiente fase constructiva corresponde a la remodelación más relevante del edificio, la cual, de hecho, es la que le procuró la fisonomía que mantuvo a lo largo de los siglos hasta su destrucción parcial a comienzos del siglo xix. Este momento se vincula a una nueva noticia documental: la que aparece en la Crónica de Jaime I, que informa de que la cubierta lignaria del castillo se reemplazó por otra con bóveda de piedra (el palau de volta qui ara és, e llaores era de fust). Para situar cronológicamente la reforma de la cubierta “del palacio” del que habla esta fuente, tradicionalmente se ha tenido en cuenta que la conclusión de la parte del libro en que aparece la cita se sitúa hacia 1244, de lo que se ha considerado que la intervención se efectuó entre 1214 (año de celebración de las cortes generales en Lleida) y aquel 1244. Sea como fuere, se suele entender que la segunda fase de remodelación de la fortaleza se inició en época de Jaime I (1213-1276), aunque hay voces discrepantes, como la de Francesca Español, que considera que la reforma del ala sur no puede corresponder a la época de dicho monarca, sino que debe situarse en época de Jaime II (1291-1327). En este período las obras efectuadas fueron múltiples, por lo que a continuación nos hacemos eco de las más relevantes, que abordamos atendiendo a las diferentes alas de la construcción.

 

La nave sur –que, recordemos, es la única que ha pervivido– fue ampliada y se le reemplazó la cubierta lignaria (aquella de la que habla la Crónica), la existencia de la cual se confirma por el hallazgo en el momento en que se desmontaron  las bóvedas de piedra que los tapaban en 1926de un registro de mechinales en el paramento interior de la nave correspondientes a los encajes de las vigas de madera, elementos que aún se conservan. Las bóvedas de crucería de la nueva cubierta se conservaron hasta 1926, cuando fueron desmontadas bajo la dirección del polémico –y criticado por su falta de formación– restaurador José Oriol Combelles, parece que a consecuencia de los problemas de sustentación que presentaban.

 

En su ampliación del siglo xiii, el espacio de la nave se dividió en cuatro tramos con arcos empotrados parcialmente en los muros y apoyados en consolas poligonales. Estas bóvedas se cerraron con unas claves (actualmente conservadas en el fondo lapidario del castillo) decoradas con lacerías geométricas de tradición andalusí de gran parecido formal a las de los tramos occidentales del templo catedralicio.

 

La nave oeste (desaparecida en 1937) fue alzada de nuevo en este momento constructivo, y fue adosada al muro de cierre exterior del recinto, ya existente. Aquí se ubicó la nueva capilla palatina (ésta no es la misma que aquella que se cita en 1212, que debía de localizarse en algún punto del ala sur primitiva). El conjunto de planos realizados en 1796 ayuda a conocer este sector del edificio, que se dividió en tres tramos: los dos del sector sur se cubrieron con bóvedas de crucería separadas por un arco fajón, mientras que el tramo norte se definió con un arco diafragmático y se cubrió con un cimborrio octogonal –con un ventanal en cada cara– sostenido por trompas. La cubierta del cimborrio se apoyaba sobre una bóveda con nervios en las aristas, una solución muy similar aunque más sencilla al de la Seu Vella. Español sitúa la finalización de la capilla a principios del siglo xiv, basándose en la noticia de que en 1316 Berenguer de Palau colocaba las vidrieras considerando que entonces se cerraría el cimborrio del castillo y, por analogía, también sitúa en este momento la construcción del cimborrio catedralicio.

 

En relación con la nave norte, en esta fase se construyó una sala en su extremo este, cuya planta se recuperó en una de las fases de intervenciones arqueológicas. Se trataba de una pequeña nave de planta rectangular –de finales del siglo xiii o principios del xiv– con contrafuertes en los ángulos y en la pared norte, que se apoyaba sobre la muralla andalusí. Las excavaciones también descubrieron la cimentación del muro primitivo de la fachada del patio, de espesor superior al de las otras dos naves, que ha hecho considerar la posibilidad de que esta nave norte fuera cubierta con bóveda de piedra (de crucería) desde un primer momento. Finalmente, con respecto al ala este, en este momento se reorganizó totalmente, con la ubicación de la puerta de entrada al recinto, que estaba flanqueada por una torre y que daba acceso a estancias distribuidoras.

 

En el momento de plantear las nuevas cubiertas, se hizo evidente que las fachadas interiores del patio no habrían podido soportar el peso de las bóvedas de piedra –a diferencia de los muros exteriores, que eran suficientemente sólidos–, por lo que se reforzaron con un muro adicional en el que se recortaban grandes arcos de descarga apoyados sobre contrafuertes. Esta disposición de los arcos confirió al recinto un aspecto de patio porticado.

 

De hecho, sólo se conoce la configuración de las fachadas interiores de las naves sur, –porque se conservan–, que se definió mediante seis arcos apuntados entre contrafuertes, y oeste –porque hay fotografías de antes de 1937–, que presentaba unas dimensiones menores que la anterior y se organizaba mediante dos arcos peraltados. Todavía hoy se pueden ver en la parte alta de los muros de la galería sur los restos de un friso de arcos ciegos trebolados sobre ménsulas con decoración vegetal, la cual, como se ve en fotos antiguas, se extendía por las fachadas sur y oeste.

 

La monumental, pero ya inexistente, Torre de los Judíos, correspondiente a una fase constructiva más avanzada, se levantó con posterioridad a 1466, tras la guerra civil contra Juan II. Parece que fue construida en el lugar de otra torre en el ángulo sureste del conjunto y que se conoce principalmente gracias a los planos militares de finales del siglo xviii.

 

Por último hay que insistir en el hecho de que las obras del castillo del rey se vinculan a la fábrica de la catedral por varios aspectos, el más relevante de los cuales es que en ambos monumentos encontramos trabajando miembros de la linaje de los Prenafeta, una concurrida dinastía de maestros de obra afincada en Lleida desde mediados del siglo xiii. Por otro lado, hay elementos constructivos que relacionan ambas edificaciones, como es el caso de las claves de bóveda y el planteamiento arquitectónico del cimborrio, que quizás, como se ha dicho en numerosas ocasiones, fue un ensayo para el que se alzaría inmediatamente al templo catedralicio.

 

Texto y fotos: Meritxell Niña Jové - Planos: Noelia Albana Ario

 

Bibliografía

 

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