Identificador
              19044_02_289n
          Tipo
          
      Formato
              
          Fecha
              Cobertura
              41º 11' 56.92'' , -2º 52' 28.69''
          Idioma
              
          Autor
          Sin información
              Colaboradores
          Sin información
              Derechos
          
      Edificio Procedencia (Fuente)
              País
              España
          Edificio (Relación)
              Localidad
              Atienza
          Municipio
              Atienza
          Provincia
          Guadalajara
              Comunidad
              Castilla-La Mancha
          País
              España
          Claves
          Descripción
              ESTÁ UBICADA EN LA LADERA OCCIDENTAL del altozano  que precede al enhiesto peñón del castillo, muy cerca  del recinto amurallado de la villa. Actualmente sirve  de capilla o ermita del cementerio, pero en otros tiempos  fue la iglesia del barrio del Rey, probablemente la más  antigua de Atienza y una de las más importantes, por cuanto  llegó a desempeñar la sede de su Arciprestazgo, gozando  de múltiples favores por parte de los monarcas.  Según algunos autores, en el mismo solar sobre el que  se edificó se habría levantado antes una mezquita, que tras  la Reconquista se transformaría en templo cristiano bajo  titularidad mariana. Su advocación, Santa María del Rey o  la Real, parece apuntar a un más que posible patrocinio  regio, tal vez de Alfonso I el Batallador, a quién se atribuye  su fundación allá por el año 1112. Del primitivo templo románico casi no queda nada.  Sólo la torre y el arco que forma la portada septentrional  pueden considerarse los testimonios más antiguos, correspondiendo  el resto de la fábrica a campañas constructivas  que van desde la segunda mitad del siglo XIII hasta el XVII.  La torre se levanta en el costado septentrional de la  cabecera, con un aire altivo, en correspondencia con el  carácter fortificado que a buen seguro tuvo, dada su proximidad  al aparato defensivo de la villa, en concreto al segundo  recinto amurallado. Layna Serrano apunta la posibilidad  de que exista un pasadizo o galería subterránea que comunique  la torre del homenaje del castillo con el cuerpo bajo  de la torre, aunque no existe resto arqueológico del mismo. La estructura es de planta cuadrada y consta de cuatro  cuerpos marcados al exterior por impostas de nacela. El  cuerpo inferior es el de mayor desarrollo en altura y aparece  decorado en sus lados sur, este y oeste por dos esbeltas  arquerías ciegas, recordando la solución dada también  en la torre de Santo Domingo de Soria. El muro meridional  quedó parcialmente oculto por la capilla mayor, pero  todavía se puede ver el muro de la torre románica en aquellas  partes no ocultas por el enlucido. Todos están cegados,  salvo los del campanario superior, que parece obra del  siglo XVI.  En el lado oriental del segundo cuerpo se reutilizó un  relieve en el que se puede ver un personaje tocando un  cuerno, y a su lado un cuadrúpedo. Se trata de una escena  de caza que guarda cierto parecido con la que forman  algunos canecillos del ábside de San Bartolomé de Campisábalos  y que vemos también en algunas iglesias sorianas,  como San Pedro de Caracena, Tiermes y Alpanseque. El interior de la torre tiene acceso por una puerta  abierta en el costado septentrional de la capilla mayor.  Esta puerta es de la primera mitad del siglo XVI, y se adorna  con motivos propios de la época. A través de esta puer-ta se pasaba a una estancia que hacía las veces de sacristía,  iluminada en origen por una aspillera abierta en el muro  occidental, hoy cegada. Se cubre con bóvedas de aristas  enyesadas que apoyan en ménsulas pétreas de la misma  época que la puerta. De esta sala parte una escalera de  caracol por la que se accede a los cuerpos superiores. Lo  más destacable es un vano irregular abierto a media altura  del husillo de la escalera que comunica con una gran sala  abovedada y sin ventanas, cuyo fin último desconocemos.  Su aspecto semioculto, y el hecho de no tener otro acceso,  pudieran indicar que nos encontráramos ante un espacio  de entrada restringida, tal vez una especie de cámara  del tesoro donde se custodiaría, entre otras cosas, el archivo  de la parroquia. Su disposición recuerda, además de las  cámaras del tesoro de los monasterios, a la torre de Santa  María la Mayor de Soria, en cuyo interior se construyó una  sala similar.  El otro testimonio románico del templo es el arco reutilizado  en la portada septentrional. Se trata de dos arquivoltas  de medio punto, un tanto deformadas, que apoyan  sobre las jambas y una pareja de columnas de fustes rehechos.  A la derecha, queda una tercera basa, lo que indica  que en origen la portada tuvo dos columnas a cada lado y  seguramente una arquivolta más. De hecho, cuando Layna  Serrano estudió este edificio en 1934 vio esa tercera arquivolta,  decorada con un grueso bocel y una fina labor de  reticulado, además de una chambrana biselada. Los capiteles  se decoran con hojarasca de clara filiación gótica, idénticos  a los de la puerta meridional. Lo más interesante es la  decoración de las dos arquivoltas. La exterior muestra un  grueso tallo ondulante con ramificaciones. La arquivolta  interior tiene dos curiosas inscripciones epigráficas: una en  caracteres musulmanes y otra en latín. En la primera se  puede leer LA PERMANENCIA ES DE DIOS, mientras que la  segunda alude al patronazgo de Alfonso I el Batallador y  tal vez a la fecha de consagración del templo. Fue transcrita  por Layna Serrano de la siguiente forma: IN NOMINE DOMINI NOSTRI IESU X(PI)TUR (BENEDICITUR)  IN MILÉSIMA CL DOMO ECCLESIAE SANTA MARIA VOICA  (VOCICATA)...FUIT IN EODEM TEMPORE ENIE REX ALFOS DE  ARAGONE...MP (ERANS) IN CAST Según algunos autores, ambas inscripciones podrían  conmemorar la existencia de una antigua mezquita transformada  en iglesia cristiana en 1112 y, posteriormente, en  la centuria siguiente, sustituida por un templo románico.  En el lado meridional se abre la puerta principal. Dispuesta  sobre un cuerpo saliente, despliega un amplio  repertorio escultórico distribuido en seis arquivoltas y una  chambrana. Se corona esta portada por un tejaroz soportado  por canecillos con decoración geométrica y de bolas. Las figuras que pueblan las arquivoltas son de varios  tamaños, y la ejecución más bien torpe. Da la impresión de  que se hubiera intentado interpretar el esquema compositivo  de un portal gótico, pero descolocando algunas figuras.  Así, por ejemplo, vemos cómo las imágenes normalmente  se sitúan en sentido paralelo a la arquivolta, excepto  aquellas que deberían ocupar las claves de cada arco, que  se disponen en sentido radial. Sin embargo, estas últimas  figuras normalmente aparecen ligeramente descolocadas  hacia un lado u otro del eje. No sabemos si tal torpeza fue  producto de los propios artífices o tal vez se recolocó la  portada entera durante algunas de las reformas experimentadas  en el edificio. Otro detalle interesante es que los rostros  llevan las pupilas horadadas. Entre el variado muestrario de personajes se distingue  a Cristo con nimbo, a San Pedro y San Pablo, con sus atributos  característicos (llaves y espada), santos con libros,  santas, ángeles o arcángeles (algunos con toscos incensarios),  monjes o abades, frailes, etc. A pesar de que la chambrana  está muy desgastada, todavía adivinamos una serie  de figuras que parecen aludir al Paraíso (santos o bienaventurados)  y otras al Infierno (personaje con serpientes,  diablo grotesco, hombre y mujer desnudos, etc.). Quizás  formara todo ello una especie de visión Apocalíptica, tema  románico que adquirió también amplio desarrollo en el  gótico. En las albanegas se disponen dos hornacinas. La de la  izquierda tiene arco apuntado y da cobijo a una escultura  mutilada de la Virgen con el Niño. La de la derecha alberga  una figura de un santo descabezado que porta un libro.  Otra hornacina sin esculturas se dispone en el eje de la  puerta, bajo el alero, y flanqueada por dos canes zoomorfos.  También se reutilizó un relieve de lo que parece un  monje. El estilo de las figuras, su indumentaria (mantos de  cuerda y pellotes) y la disposición, siguiendo la dirección  de las arquivoltas, denotan una cronología tardía y un  conocimiento de las soluciones decorativas e iconográficas  propias de los portales góticos. Por ello suponemos que su  cronología no debe de ser anterior a mediados del siglo  XIII. Los modelos vegetales escogidos para sus capiteles y  la distribución de los temas figurados en éstos en forma de  friso son aspectos que igualmente redundan en la misma  data. De hecho, ya Layna hizo hincapié en el estilo gotizante  de las figuras y en el aspecto arcaico que le confería  el desgaste de la piedra y la rudeza de la talla. La idea fue  recogida luego por Herrera Casado, que estableció alguna  semejanza con la portada, también gótica, de Santiago de  Cifuentes. El interior sufrió varias reformas. La más antigua parece  ser de cronología gótica, y a ella correspondería la  cabecera y la caja de muros de la nave. La cabecera actual  es de planta cuadrada y se cubre con una bóveda de crucería.  El arco triunfal apuntado descarga sobre dos esbeltas  columnas provistas de capiteles de hojas entrecruzadas,  casi idénticas a las de los capiteles de las dos portadas, por  lo que suponemos que esta parte se construyó hacia  mediados o segunda mitad del siglo XIII. En el testero se abre un arcosolio doble cuyo fin desconocemos,  aunque bien pudo ser una simple credencia.  Los muros denotan haber sufrido un incendio, pero ignoramos  en qué época. Sabemos que la iglesia fue incendiada  junto con su barrio hacia mediados del siglo XV durante  las revueltas ocasionadas en tiempos Juan II de Castilla  (1445). También durante la Guerra de la Independencia y  la guerra civil sufrió actos de vandalismo.  La última fase constructiva importante afectó a la  cubierta de la nave, que fue totalmente reformada en el siglo  XVII, construyéndose la bóveda de yeserías que vemos hoy.  Sólo se conserva en el interior la pila bautismal colocada  a los pies de la nave. Se trata de un ejemplar tardo-  rrománico (94 x 94 cm) compuesto por un pie liso y una  copa decorada con gallones enmarcados por arquillos. Es  extraño, teniendo en cuenta la importancia de la iglesia,  que la pila no sea ni tan siquiera parecida a las otras tres  que se conservan en Atienza; ésta es la de menor tamaño y  con escasa decoración. Dentro de la provincia se vincularía  a pilas como las de las iglesia parroquiales de Olmeda  del Extremo, Alcorlo o Villaescusa de Palositos. En el  ámbito conquense la vinculamos con la de la localidad de  Villar del Infantado. Su esquema ornamental remite igualmente  a algunos ejemplares sorianos, como los de Losana,  Hoz de Arriba, Torrevicente y Peralejo de los Escuderos.  Su cronología puede remontarse a la primera mitad del  siglo XIII.
           
        
    