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Detalle de la cabecera

Identificador
19040_01_014n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
40º 44' 9.48'' , - 2º 18' 10.08''
Idioma
Autor
Víctor Manuel Ricote Ridruejo
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Nuestra Señora de la Natividad

Localidad
Armallones
Municipio
Armallones
Provincia
Guadalajara
Comunidad
Castilla-La Mancha
País
España
Descripción
LA IGLESIA PARROQUIAL DE ARMALLONES se encuentra enclavada en el centro de la localidad, sobre la ladera de un pequeño cerro, junto a la carretera principal de acceso, cuyo trazado se alarga jalonado a izquierda y derecha por el conjunto de viviendas que conforman la población. El trazado original del edificio debió de obedecer a la clásica tipología de las iglesias de repoblación emplazadas en la comarca: iglesias compuestas por una sola nave, rematada por un sencillo ábside semicircular en su cabecera y la espadaña dispuesta a sus pies. Seguiría, por tanto, el patrón característico de otras edificaciones coetáneas, levantadas entre los siglos XII y XIII en su mayoría, y no muy alejadas entre sí, que se han localizado a lo largo de este territorio fronterizo entre la Alta Alcarria y la Serranía del Alto Tajo, como las de Villaescusa de Palositos, Cereceda o Carrascosa de Tajo. De su fábrica románica original conservamos tres elementos significativos. Por una parte “su espadaña mínima y elegante”, levantada sobre un cuerpo único, que combina sillarejo y mampostería, coronada por la típica estructura triangular, en la cual se disponen sendos vanos para las campanas, y un remate en piñón. Encastrada en su cuerpo inferior, encontramos la sobria portada principal de acceso. Nieto Taberné defiende la posibilidad de que la portada hubiera sido “trasladada de su lugar de origen” hasta inscribirla en su emplazamiento actual. La austera manifestación está compuesta por un arco de medio punto, enmarcado por una escueta chambrana, cornisilla a partir de la cual se abocinan tres arquivoltas. Los motivos decorativos empleados en su ornamentación se reducen a nacelas y boceles, en la externa, un curioso ajedrezado en taqueado jaqués, en la intermedia, de mayor anchura, y una reducida arista achaflanada, en la interior. El conjunto apea directamente sobre unos mínimos ábacos, de perfil cóncavo, sustentados por pilastras exentas de decoración. Ruiz Montejo llamaba la atención respecto al empleo de billetes en las roscas de los arcos, que en su opinión no representa novedad alguna en el románico alcarreño, encontrando la raíz de su utilización en la propia catedral e iglesias de la cabecera del obispado, la ciudad de Sigüenza, como socorrido recurso para ornar sus ingresos, “desde donde es muy posible que irradiase el motivo”. En su interior encontramos una sola nave, articulada en cuatro tramos mediante el uso de sencillas pilastras laterales que soportan arcos de medio punto sobre los que se proyecta la cubierta de bóveda de cañón con lunetos, combinado todo ello con un rico e interesante artesonado mudéjar. Modificaciones todas ellas que son fruto de las reformas sufridas a lo largo de los siglos XVI y XVII, en el transcurso de las cuales se llevó a cabo la ampliación de la nave, la elevación de su alzado y, sobre todo, la sustitución de su cabecera. En el transepto de la nave a la cabecera nos topamos con un interesante arco triunfal apuntado, de notable apertura, de evolucionada tradición gótica, al que suceden pilares baquetonados reservados para el crucero, que descansan sobre capiteles de bola y soga. El conjunto se corona con un testero recto modificado, que remata la cabecera. A ambos lados del testero se sitúan la capilla mayor, cubierta por un artesonado decorado, y la sacristía, de techo plano. Tanto en el presbiterio, junto al sagrario, donde apreciamos decoración con motivos de grifos, como en el lado del Evangelio, con una talla de Dios Padre en madera, datada en el siglo XVI, se conservan retazos del antiguo retablo, desaparecido durante la guerra civil, junto con otras representaciones de menor relevancia. En el lado contrario, el de la Epístola, junto a una talla de la Virgen del Carmen, hallamos el tercer vestigio de la traza previa, la pila bautismal, que Ruiz Montejo definía así: “Tosca pila de bautismo, de estilo románico, copa surcada por profundos gallones que se coronan con una banda de rosáceas de cuatro pétalos inscritas en círculos”.