Identificador
              19044_02_019n
          Tipo
          
      Formato
              
          Fecha
              Cobertura
              41º 12' 16.28'' , -2º 52' 22.45''
          Idioma
              
          Autor
          Ana Belén Fernández Martínez
              Colaboradores
          Sin información
              Edificio Procedencia (Fuente)
              País
              España
          Edificio (Relación)
              Localidad
              Atienza
          Municipio
              Atienza
          Provincia
          Guadalajara
              Comunidad
              Castilla-La Mancha
          País
              España
          Claves
          Descripción
              EL TEMPLO DE NUESTRA SEÑORA DEL VAL fue parroquia  de uno de los barrios destruidos por Juan II y Álvaro  de Luna durante el asedio de mediados del siglo XV.  Tras la pérdida de sus feligreses, como consecuencia de la  guerra, la iglesia del Val no corrió la misma suerte que  otras iglesias de la Villa, perdiendo el rango de parroquia  para convertirse en una pequeña ermita. Se encuentra alejada  del caserío. A ella se llega a través de un pequeño  camino que, bordeando el recinto murado de la cercana  Iglesia de San Bartolomé, cruza los restos de la vieja muralla  medieval y continúa, a media ladera, hasta el templo.  Estamos ante una pequeña iglesia de tres naves, la  central más ancha y rematada con ábside poligonal que  sobresale en planta. En la fachada oeste, además de la  pequeña espadaña, encontramos adosadas algunas construcciones  que pudieron servir para actividades complementarias  de la parroquia y que, en la actualidad, son utilizadas  como establos y almacenes agrícolas. El material utilizado para la construcción de la iglesia  es fundamentalmente la mampostería, dejando la sillería  para los contrafuertes, portada y algunas partes de los  muros, como ocurre en la espadaña. La cabecera presenta  planta poligonal de cuatro lados, de diferente anchura,  separados por otros cuatro contrafuertes de sillería. A cada  extremo de la cabecera se levantan otros dos contrafuertes,  no rematados, que al contrario que los otros cuatro  alcanzan la altura de la cornisa. Esto nos lleva a pensar que  quizá en origen, la reforma de la iglesia planteada en el  siglo XVI buscase la construcción de las naves a mayor altura,  o al menos la nave central. La cabecera cuenta con dos  vanos abiertos en dos de sus tramos, primero y tercero,  partiendo de la zona meridional. En el primero vemos una  aspillera de arco apuntado decorada con bocel y media  caña. Un vano rectangular y abocinado se abre a media  altura del tercer tramo (más ancho que el resto). La cabecera  se remata con una cornisa de cuello de paloma. Las  naves se cubren con cubierta a dos aguas. El lienzo septentrional  cuenta con dos vanos, a diferente altura, próximos  entre sí y a sus pies. Por su parte, el muro sur presenta  dos contrafuertes, ambos a la derecha de la portada,  sirviendo el más alejado como esquinal de la propia nave  lateral sur.  De la fábrica original románica no conservamos más  que la portada de acceso, ubicada al mediodía. Se halla dispuesta  bajo un cuerpo de portada adelantado, realizado en  sillar. En la actualidad la parte superior se ha limpiado del  revoque de cal y se ha dejado a la vista parte de los sillares  de caliza unidos con argamasa de cal y arena. La parte inferior  se ha restaurado con sillares que quieren asemejarse a  los originales. Un ábaco de gran envergadura recorre todo  el cuerpo a modo de línea de imposta. Sobre él se disponen  las tres arquivoltas de medio punto, junto con la chambrana  con decoración de bolas que forman parte del acceso.  De las tres arquivoltas, sólo la intermedia apoya sobre  columnas adosadas de capiteles vegetales. De éstos, el más  occidental está arruinado y no se distingue ya ningún tipo  de ornato. En el oriental puede vislumbrarse parte de las  hojas. Las otras dos arquivoltas apoyan sobre pilastras, contando  ambos elementos con moldura de arista viva. La arquivolta central cuenta con un grueso bocel en el  que se enmarcan diez figuras. Éstas representan a saltimbanquis  que se retuercen en el bocel en alusión a su labor de  contorsionistas. Aparecen asiendo el bocel con sus manos,  de cara al espectador y con sus piernas alrededor, las cuales  acaban tocando sus cabezas. Portan túnicas hasta los tobillos,  en las cuales se labra un tipo de ornato diferente, como  rayas, cuadrados o incisiones simples, que le dan un aspecto  independiente a cada una. En alguna parece quererse  representar el vuelo de la vestimenta al hacer la pirueta. De  las diez figuras, cuatro presentan bonetes sobre sus cabezas,  las demás tienen peinados a dos bandas con corte al medio.  Alguna ha perdido los pies que tocan su cabeza, y se distingue  también la tercera del lado oriental por sus piernas  abiertas. Los saltimbanquis serían vistos como incitadores al  pecado y a las actividades pecaminosas. Así se puede leer en  el bestiario de Gervaise en el siglo XIII: Quienes aman a los  saltimbanquis, a las bailarinas y a los juglares, están siguiendo  la procesión del demonio. El demonio los descarría y así  va engañándolos. Los envía al fondo del infierno, pues sabe  muy bien apoderarse de su presa. Representaciones de este tipo juglaresco se dan en el  ámbito alcarreño en portadas como San Esteban de Tartanedo.  Fuera de él debemos destacar las jambas de la iglesia  prerrománica asturiana de San Miguel de Lillo, así  como un capitel de la portada sur de la iglesia de Biota, en  la comarca de las Cincovillas. En él se representa a un músico  que toca para una bailarina contorsionista. Similares  figurillas encontramos en otros templos, como San Pedro  de Leiría (Portugal) o San Pedro ad Vincula, de Echano, en  Navarra. Las dos arquivoltas están protegidas por chambrana de  nacela, con decoración de bolas (dos por dovela). La arquivolta  interna apoya sobre dos capiteles, de los que sólo el  derecho es original. Muy desgatado, se intuyen en él un par  de patas que pudieran pertenecer a un cuadrúpedo. Ambos  apoyan sobre fustes lisos de factura reciente. Arquivolta  exterior y chambrana descansan sobre jambas similares a  las del arco. Una imposta, con decoración de diferentes  tipos, recorre a la altura del cimacio toda la portada. Su  parte exterior, a ambos lados, con sencilla decoración de  nacela. Sobre el capitel izquierdo, el cimacio está decorado  con zarcillos que rematan en tres pequeñas hojitas puntiagudas.  La pieza sobre la jamba izquierda, con roseta de cuatro  pétalos (sólo visibles dos), seguido de hojas tripétalas de  diferente tamaño. En la parte derecha, hojas carnosas dentro  de óvalos dobles (motivo de influjo segoviano). Sobre  la jamba del arco, hojas de tres pétalos, la central más grande.  Situada en la cara interna del cimacio, sobre la jamba  derecha, la portada conserva también una inscripción que  Francisco Layna Serrano transcribe así: LH.F.X .. IL. .. ECCLA. ERA. MILESIMA. CENTESIMA.  L. XXXV. SECUNDO. IDUS. NOVE. U
.  REGULI. LI. ..P. ..AR. ..  Según este mismo autor, la letra contenida en la inscripción  no se corresponde con la época en que la portada  fue levantada, sino que guarda caracteres del siglo XVI.  Propone, pues, que se trata de una inscripción conmemorativa  desaparecida al restaurar el templo y copiada en la  portada. La inscripción marca la fecha del 1147 como  posible fecha de consagración del templo, época que  puede corresponderse con los caracteres arquitectónicos  de la propia portada. Esta última aparece flanqueada por  dos cuadrúpedos (reaprovechados) con la cola sobre el  lomo, posiblemente leones, que nos llevan a pensar de  nuevo en una posible influencia llegada de tierras segovianas.  Por su fuerza, y en calidad de guardianes, los leones  están a las puertas del templo también en la arquitectura  románica de escuela lombarda. La portada se completa con un tosco grupo escultórico  sobre la clave. Se trata del tema de la huida a Egipto; en  él la Virgen toma al Niño sobre su regazo, y ambos están  unidos por una esfera que portan en sus manos. Esta disposición  del Niño sobre el regazo y la conexión entre ellos  nos da un cronología tardía de la labra, ya que es a fines  del siglo XII cuando empieza a verse en las tallas de madera  un atisbo de relación materno filial. Para finalizar este recorrido por el exterior de Santa  María del Val, queda referirse a su pequeña espadaña,  levantada en el extremo derecho de su fachada oeste.  Consta de un vano para campana, rematado en punta y  flanqueado por dos pequeños pináculos, y cornisa de cuello  de paloma, similar a la vista en el ábside.  Al interior, la iglesia se compone de ábside poligonal  cubierto con bóveda nervada en forma de estrella y de  altura superior a las naves. La iluminación la recibe por tan  sólo uno de los vanos (el situado más al Sur) descritos en  el exterior. Centra el ábside un retablo que ciega el otro  vano. La separación entre el ábside y la nave central se  resuelve a través de arco triunfal rebajado, que descansa  sobre par de columnas que también reciben alguno de los  nervios que forman la bóveda. Éstas se encuentran rematadas  por sendos capiteles en los que un bocel da paso a una  cenefa decorada con sucesión de arquillos de medio punto.  El arco aparece decorado por bocel y media caña. Las naves están separadas por gruesos pilares que, en  lugar de capitel, presentan una reducida moldura. De  dichos pilares arrancan grandes arcos apuntados, en número de tres para cada lado. Las naves están cubiertas por  armazón de madera. Tanto la nave central como la meridional  pudieron estar cubiertas por bóvedas, o al menos ese  pudiera ser su planteamiento inicial, pues la cubrición de la  nave central aparece más baja que el arco triunfal. Además,  la nave meridional presenta dos grandes columnas adosadas  al muro (que se corresponden con los contrafuertes señalados  al exterior), supuestamente destinadas a recibir el peso  de las bóvedas. El coro, a los pies del templo, recorre la  anchura de las tres naves. Se compone de una balconada de  madera, que muy posiblemente fue levantada con las reformas  llevadas a cabo durante el siglo XVI. Éste apoya sobre  una columna central de madera, que se asienta sobre un  capitel reutilizado. Tan sólo tiene trabajada la cara exterior,  y en ella se adivinan dos aves enfrentadas con la cabeza  mirando hacia detrás. El coro se encuentra iluminado por  un pequeño óculo abierto en la fachada oeste del templo,  junto a la espadaña. A los pies de la nave septentrional, la  iglesia cuenta con un pozo circular sin ningún tipo de decoración.  Además, cuenta con una pequeña pila de agua bendita  sobre tosco pie. Su copa describe una sucesión de  arquillos de medio punto, con embocadura exterior decorada  con bocel (también del siglo XVI). La iglesia cuenta  con un sencillo púlpito junto a uno de los pilares de separación,  entre la nave central y la sur.
           
        
    