Sant Jaume de Vilademany
Capilla de Sant Jaume de Vilademany
El recinto medieval del castillo de Vilademany fue arrasado y convertido, en el siglo xvi, en una gran masía, llamada inicialmente Mas Terrades y luego, y hasta la actualidad, Mas Forroll. El límite entre los términos municipales de Aiguaviva y el vecino pueblo de Salitja divide su finca en dos; la mayor parte de la finca actual, incluida la casa y la capilla de Sant Jaume, forma parte del caserío diseminado de Rajoleries, en el municipio de Aiguaviva. Se llega, desde Aiguaviva, saliendo en dirección al aeropuerto por la carretera GI-5331. A unos 2’5 km, dejando a la derecha la capilla de la Mare de Déu de Vilademany, tomaremos también a la derecha la siguiente pista forestal. En el cruce, un indicador señala el camino al castillo de Vilademany-Mas Forroll, que discurre justo al lado de una granja en dirección al pueblo de Salitja. El lugar se encuentra sobre un colina que hay a unos 2 km de allí, pasadas las torres eléctricas del aeropuerto y atravesando un pequeño bosque.
La capilla no aparece documentada hasta el siglo xiv, cuando aparece en los nomenclátores de la canónica gerundense como capella santi Jacobi de Villademagno infra castrum eiusdem loci in parrochia de Aquaviva. Aparece también citada en el año 1398, en una licencia a cierto clérigo de tener dos beneficios, uno de ellos el de la capilla de Sant Jaume. Más adelante, en 1689, se concede licencia para reconciliar la capilla del mas o castillo “de Terrades”, que había sido profanada.
En realidad, ciertas noticias anteriores indirectas parecen ya constatar la existencia de la capilla de Sant Jaume: en el siglo xii, los castellanos de Vilademany establecen una fundación en la cual mantenían un clérigo propio que se encargaba del oficio en la capilla de Sant Jaume; por esta razón y en agradecimiento, el obispado otorga a los castellanos el derecho de elección y presentación de un nuevo clérigo a la muerte del titular. Más tarde viéndose empobrecida la fundación, la capilla fue unida al beneficio del párroco de Aiguaviva, perdurando el derecho de presentación.
Sant Jaume ha sido objeto de varias restauraciones. La primera fue ya en torno al año 1387, cuando los administradores de la capilla reciben autorización para pedir caridad para su restauración. Durante el siglo xv debió gozar de un buen estado, pues en el año 1425 se les otorga licencia para pedir caridad para adquirir un retablo. Posteriormente, en 1564, el templo fue objeto de una gran restauración, cuya fecha se encuentra grabada en el dintel de entrada, junto al nombre del párroco beneficiado. Durante la guerra de los Segadores, en 1653, el templo fue profanado, volviendo al culto hasta el año 1689. Finalmente, tras la Guerra Civil la capilla volvió a ser restaurada, esta vez en 1989 por la familia Colomer, que hoy habita y tiene buen cuidado del lugar.
Encontramos entre las visitas pastorales de la parroquia de Aiguaviva ciertas referencias a la capilla de Sant Jaume, aunque escasas veces es visitada. Una noticia tardía pero necesaria para conocer el estado de la capilla es la visita efectuada por orden del obispo Baltasar Bastero, en octubre de 1735.
Del castillo de los Vilademany hoy sólo quedan el cuerpo principal del Mas Forroll, con sus muros fuertes y su puerta de arco de medio punto más algunos restos de la fortificación esparcidos alrededor de la masía; restos de una posible torre y en los ángulos de la actual masía, restos de las primeras hiladas de los muros hechas con sillares de piedra negra volcánica desbastados dispuestos a soga y tizón, se observa concretamente en el basamento de uno de los extremos del muro norte de la casa.
El templo románico que nos ocupa se encuentra adosado en la parte posterior de la masía, medio oculto bajo sus dependencias. Queda a la vista su cabecera, el muro septentrional y parte de la fachada occidental, cuyas aberturas corresponden a la reforma del siglo xvi. El edificio, de humildes dimensiones, presenta una sola nave cubierta con bóveda de cañón, con un gran arco fajón que la divide en dos tramos. Corona la nave, a levante, un único ábside semicircular cubierto por una bóveda de cuarto de esfera, cuyas dimensiones son ligeramente inferiores a las de la nave, formando así una gradación de alturas austera y sencilla, sin el arco presbiteral característico del románico. En el centro del ábside se abre, iluminando el altar, una estilizada ventana de medio punto y de doble derrame, que aún conserva las marcas del encofrado de cañas.
En el interior, se aprecia que la cubierta del ábside y de la nave, junto con dos terceras partes de su alzado, han sido rebozadas, enyesadas y pintadas de blanco, cubriendo en parte el paramento original. Aunque la capilla ha sido restaurada varias veces, se aprecia la fábrica románica de los muros en la parte baja de éstos y en el ábside: una franja perimetral de un 1,5 m de altura, a modo de arrimadero, donde, a propósito, se ha dejado a la vista el paramento hecho a base pequeños sillares de piedra volcánica, oscuros, bien desbastados y dispuestos regularmente en hiladas. Éste se encuentra limpio y consolidado; para ello ha sido, en parte, rejuntado con argamasa moderna, lo que dificulta una datación más precisa de la fábrica del templo románico.
La nave presenta varias aperturas: en el primer tramo, se abren simétricamente a ambos lados del arranque de la bóveda, dos ventanas estilizadas de medio punto y con un único derrame hacia el interior. En el muro de mediodía, bajo una de las ventanas, tocando a la pilastra del arco fajón que divide la nave, se abría una puerta –hoy tapiada– que daba acceso directo a las antiguas dependencias del castillo. El vano rectangular de la puerta, con dintel de madera, se encuentra muy reformado; aún así deja a la vista, detrás de un moderno y pequeño altar, un arco de medio punto hecho con pequeñas dovelas de piedra volcánica de tamaño irregular, testimonio de la antigua puerta interior de la capilla al castillo. En el segundo tramo de la nave, elevándose al otro lado del arco fajón, también en la pared de mediodía, se abre hoy una gran ventana de dos batientes con una colorida y moderna vidriera; este vano de gran tamaño, de forma rectangular en el interior de la nave y con arco de medio punto en su interior, corresponde seguramente a una puerta de acceso a la capilla, que por su altura podría indicar la existencia de un coro a los pies de la nave, hoy desaparecido. Finalmente, el muro occidental presenta tres aberturas; dos de ellas, la puerta de entrada al templo y la ventana superior, son visibles desde el exterior, mientras que la tercera, situada a media altura y tocando al muro de mediodía, da al interior de la masía.
Estas tres últimas aberturas corresponderían a las reformas que aparecen fechadas en las respectivas inscripciones del dintel de la puerta de entrada y del alféizar de la ventana superior, ambas llevadas a cabo por un mismo personaje. Abierta en la fachada occidental, desplazada hacia la izquierda, se encuentra la puerta principal, rectangular, en cuyo dintel monolítico se lee: san jacobe ora pro nobis. 1564. En el centro, un escudo en relieve con las señas del beneficiado de la capilla (un monte con tres cruces), bajo las cuales se lee: mº caldeduc beneficiat. Dicho dintel se encuentra protegido y adornado por un guardapolvo longitudinal que se apoya, sobre dos escudos en relieve que presentan una ancha torre en su interior. En el alfeizar de la ventana superior se lee: mº caldeduc 1558.
En cuanto al exterior del templo, distinguimos aún en el muro septentrional el paramento románico primitivo, hecho con sillares desbastados, de tamaño medio, de piedra del lugar, mayoritariamente volcánica, dispuestos en hiladas más o menos regulares, y rejuntados con mortero de cal. En el muro se distinguen mechinales y una hilera de losetas que sobresalen ligeramente, a modo de cornisa; éstas indicarían la altura de la techumbre del edificio románico. Muy elevada, próxima a dicha cornisa y desplazada hacia el Este, apreciamos el perfil de una estilizada ventana de medio punto con dintel monolítico.
A levante aparece la cabecera del templo, sencilla y regular. El ábside semicircular, centrado en la testera de la nave, presenta una sola abertura central, muy alargada, con dintel monolítico y cuyas jambas, formadas por grandes piedras, rompen el ritmo regular de las hiladas compuestas por sillarejo de piedra volcánica. La anchura total de la cabecera aún se aprecia, pues queda a la vista aproximadamente medio metro de muro en cada lado del ábside; indicando así el punto de partida del muro sur, hoy escondido dentro de la casa. A sólo tres hiladas del tejado absidial, de teja árabe, sobresalen de nuevo unas losetas a modo de cornisa, que indican probablemente la altura inicial de la estructura, sobrealzada posteriormente unos palmos.
Dada la fábrica del edificio, y su estructura en planta y alzado, sencilla y regular, de una sola nave con un gran arco fajón, cabe fechar la construcción del templo entre el siglo xi y el xii.
Incrustado en el pavimento actual de la nave, antes de los escalones del presbiterio, se halla parte de una losa o lápida que los actuales propietarios encontraron en el castillo y que presenta un escudo labrado a bisel con el relieve de tres margaritas; corresponde, muy probablemente, a la importante saga de los Margarit.
Tanto la capilla cómo el lugar se encuentran en un entorno rural muy cuidado aunque poco estudiado, pues esparcidos alrededor de la casa se encuentran múltiples restos del castillo medieval que a falta de una buena intervención arqueológica pasa aún desapercibido.
Textos y fotos: Annaïs Pascual Alfaras
Bibliografía
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