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Fachada meridional

Identificador
49191_01_005
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 23' 33.64" , -5º 41' 20.88"
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción

Localidad
Peleas de Abajo
Provincia
Zamora
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
EL EDIFICIO QUE SE CONSERVA en la actualidad se encuentra en una bifurcación de calles, sobre un terreno que buza especialmente hacia el oeste, una circunstancia que ha favorecido los sucesivos hundimientos que han afectado al templo a lo largo de su historia. La construcción es casi en su totalidad de sillería arenisca dorada, local, aunque la torre y parte del hastial son de ladrillo moderno, ambas reconstrucciones muy recientes. Presenta planta de dos naves, más amplia la septentrional, con sus respectivas cabeceras cuadradas, separadas por dos grandes arcos apuntados, en las que se han realizado múltiples transformaciones a lo largo de los siglos, lo que dificulta mucho la interpretación del edificio. Los restos más característicamente románicos se encuentran en la nave sur, en el testero y en la mitad anterior de la fachada meridional. La cabecera de este lado es rectangular, de gruesos muros, con cubierta a un agua, de madera, y con una ventana moderna abierta en el testero, conservando tanto aquí como en el lateral el primitivo alero, aunque creemos que remontado. Se compone éste de cornisa de nacela recorrida por un zigzag, similar al que conserva alguna de la piezas de la cercana iglesia de Fuentelcarnero, con doce canecillos en el lateral, entre los que dominan los compuestos por baquetón -a veces revestido de rombos- entre cuartos de caña, un tipo muy frecuente en iglesias de la capital, especialmente en Santiago del Burgo, en San Esteban o en Los Remedios, aunque también se conserva un ejemplar en la cercana Peñausende. Hay asimismo uno de forma troncopiramidal con hojitas planas lanceoladas, igualmente re p resentativo de edificios capitalinos como la Puerta del Obispo de la catedral, San Pedro y San Ildefonso, San Juan de Puerta Nueva o el Santo Sepulcro y que también aparecen en Fuentelcarnero. Este lado meridional de la cabecera es completamente macizo y la parte inferior del muro está muy reconstruida con argamasa. La fachada de esta nave meridional se conserva sólo en una pequeña parte de su mitad anterior. Es ligeramente más ancha y más alta que la cabecera y, a partir de una especie de camarín similar a un garitón militar, obra del siglo XVIII, es construcción ya muy moderna. Se conserva el alero correspondiente a esa misma parte, con el tipo de cornisa descrito, con dos canes rotos y otros nueve completos, dominando de nuevo los de baquetón central entre cuartos de caña. En la zona moderna de este muro se encuentra la portada, con la misma ubicación que sin duda tuvo la románica, de la que no queda el menor rastro. En el interior esta nave presenta cubierta de madera, con un estrecho arco triunfal, apuntado y doblado -conservando en su rosca interior restos de pintura mural vegetal y geométrica muy posterior-, con pilastras rematadas en impostas molduradas a base de listel, filete en ángulo, bocel y nacela. Hasta no hace muchos años este arco estuvo tabicado, utilizándose la cabecera correspondiente como sacristía. Dos grandes arcos comunican esta nave con la norte. Son de amplia luz, apuntados, doblados, apoyando en un pilar central cruciforme y en pilastras dobladas laterales, todo de gran sencillez, con impostas que reproducen exactamente el mismo diseño que se aprecia en el triunfal de la nave sur. Otro arco más une ambas cabeceras, con el mismo tipo de dovelaje y apoyos, aunque ahora las impostas varían ligeramente, molduradas a base de listel, filete angular, mediacaña y nacela. Junto a este arco aparece una sencilla saetera, con abocinamiento hacia la capilla mayor, cuya disposición resulta verdaderamente difícil de explicar ya que en principio parece propia de una apertura hacia el exterior. La nave norte es mucho más moderna y amplia, conservando en la fachada septentrional una portada tardogótica, aunque parece que fue muy modificada también en el siglo XVIII, cuando al menos se cubre la cabecera con cúpula y se coloca en el testero otro camarín parecido al de mediodía, aunque apenas si quedan ya rastros de él. En los paramentos, especialmente en las hiladas inferiores, se aprecian algunas marcas de cantero. Buena parte de la mitad occidental del templo debió ser reformado de nuevo durante el siglo XIX o incluso a principios del XX. Finalmente la torre actual se levantó hacia el año 1980, sustituyendo a otra anterior arruinada, de la que todavía parecen verse algunos restos en el hastial. El emplazamiento de esta iglesia parece que ha sido el principal causante de los numerosos derrumbes que han debido afectar a la fábrica del templo, según puede deducirse de las distintas reformas llevadas a cabo hasta tiempos ya recientes y que se han centrado siempre sobre el lado norte y oeste, que parecen los puntos más débiles. Aún hoy la gran grieta que muestra el testero de la capilla mayor parece querer repetir la historia. En consecuencia, con tales transformaciones, el problema es saber cómo pudo ser la primitiva iglesia. El edificio original tuvo que ser de tres naves con triple cabecera y, a juzgar por los restos que quedan de la nave sur, debió repetir la típica planta de muchos edificios de la capital, desde San Cipriano y Santo Tomé a Los Remedios, Santiago del Burgo, San Esteban o San Juan de Puerta Nueva, una fórmula que se encuentra igualmente en Fuentelcarnero. En cuanto a los motivos decorativos, aunque no son numerosos, hay algunos elementos, como la molduración de las impostas, que nos remiten a las iglesias de Benavente, a Moreruela, o como también señaló Gómez- Moreno, a Valparaíso, un edificio del que todavía él llegó a ver alguna parte en pie. También este tipo de molduraciones, pero sobre todo los canecillos, nos llevan de nuevo a la capital, a San Juan, Santiago del Burgo, Los Remedios, San Juan de Puerta Nueva, San Esteban, Santo Sepulcro, San Pedro o a algunas partes de la catedral, construcciones en todo caso muy tardías dentro de la producción románica capitalina, en algunos casos levantadas ya en los comienzos del siglo XIII. Por lo que respecta a Santa María de Peleas de Abajo, la coincidencia con varios de esos edificios y con el vecino de Fuentelcarnero es muy patente y su cronología debiera ser coincidente con ellos, aunque el caso de la parroquial de San Esteban, de esta última villa citada, sería el de una construcción aún más tardía dentro de la tipología. Los restos de Peleas no son muchos para poder aquilatar fechas, pero especialmente la estructura de las arcuaciones interiores hace sospechar también un momento avanzado dentro del XIII, pudiendo alcanzarse tal vez el segundo cuarto de esa centuria. De este modo el inicio de la obra pudo asumirse cuando el cabildo de la catedral había tomado ya posesión de las rentas del templo -que vimos que empiezan a donarle sus patronos en los años finales del XII-, quedando concluida tal vez para la concordia de 1239, en la que precisamente interviene el prior de los hospitalarios, unos caballeros que no olvidemos que en la capital poseían la importante parroquia de Santiago del Burgo, tan cercana a ésta por muchos motivos. Gómez-Moreno hablaba también de que en la sacristía de esta iglesia se conservaba “una columna de 60 centímetros de alto, con su basa y capitel románicos, de fines del siglo XII, que sería de algún altar”. Hace ya mucho que debió desaparecer y sin otro tipo de referencia tampoco podemos acordar o contradecir la fecha que dio el autor.