Identificador
              19044_02_653n
          Tipo
          
      Formato
              
          Fecha
              Cobertura
              41º 11' 55.06'' , -2º 52' 8.47''
          Idioma
              
          Autor
          Ana Belén Fernández Martínez
              Colaboradores
          Sin información
              Edificio Procedencia (Fuente)
              País
              España
          Edificio (Relación)
              Localidad
              Atienza
          Municipio
              Atienza
          Provincia
          Guadalajara
              Comunidad
              Castilla-La Mancha
          País
              España
          Claves
          Descripción
              El TEMPLO ESTÁ UBICADO en el extremo suroriental del  casco urbano. Fue parroquia hasta el siglo XIX,  momento en que pasó a depender de la iglesia de  San Juan del Mercado. En el año 1939 fue abandonada  para el culto y pasó a recibir distintos usos, entre otros los  de silo y carpintería. A comienzos de la década de 1980 se  sugirió la idea de establecer en Atienza un museo que  recogiera las numerosas obras de arte que, deterioradas,  ocupaban los interiores de muchas inutilizadas parroquias  de los alrededores; para acoger tal función fue elegida y  restaurada la iglesia de San Gil, en la que el 14 de julio de  1990 se inauguró el museo del mismo nombre.  El edificio presenta una planta basilical con tres naves  rectangulares y una cabecera compuesta por ábside semicircular  precedido de presbiterio recto. Completan la  estructura un pórtico y una espadaña que se alza a los pies  de la nave. Al exterior, la cabecera, levantada en buena sillería,  nace de un basamento dispuesto para salvar el desnivel  que afecta al templo. Sobre el basamento se acomoda un  pequeño podio sobre el que se eleva el resto de la fábrica.  El ábside se divide en tres paños mediante dos semicolumnas  adosadas, que nacen de podios y se elevan hasta la  cornisa. Están compuestas por basas áticas, sobre las que  se desarrollan los fustes lisos rematados en unos capiteles  que muestran sencillas cestas troncocónicas lisas, coronadas  por cimacios de nacela. Cada paño abre una ventana,  la central compuesta por una aspillera, a la que rodea un  arco de medio punto liso y una chambrana decorada con  puntas de diamante. El arco descansa en una pareja de columnas con basa  ática y fuste liso, cuyos capiteles están decorados con dos  niveles de hojas planas rematadas en cogollos. Sobre el  capitel se sitúa un cimacio moldurado con una nacela y  un bocel, que continúa, y rodea como imposta todo el  hemiciclo. Las otras dos ventanas, abiertas en los otros paños,  repiten exactamente la estructura y decoración de la ventana  central. El ábside se culmina con una cornisa de nacela  que apoya en varios canecillos con la misma moldura.  Un codillo comunica el ábside y el presbiterio; es liso,  excepto por una moderna ventana cuadrangular y abocinada  embutida en el costado meridional. Al igual que el  ábside, se remata con una cornisa de nacela, pero en este  caso sustentada por canecillos de modillones. Pensamos  que parte de la cornisa y de los canecillos de la cabecera  son fruto de una restauración reciente. Un nuevo codillo  comunicaba el presbiterio con la primitiva nave, cuyo  arranque aún es visible. Como ya hemos comentado, en el  siglo XVI se llevó a cabo la sustitución de la antigua nave  por las tres actuales, que se levantaron en mampostería con  refuerzos de sillería en las esquinas. El lienzo sur de la nave  se divide en dos cuerpos mediante una imposta achaflanada,  que va ganando altura según se dirige hacía la cabecera,  debido al desnivel de terreno que obliga que esa zona  sea más alta que la occidental. En este paño se sitúan tres  ventanas de iluminación, la más oriental de medio punto  abocinada y con una venera abocelada en su rosca. Rodea  el exterior de la ventana una mediacaña. La siguiente ventana, más sencilla, es rectangular y  abocinada, mientras que la más cercana a la fachada occidental  es un pequeño ventanal de medio punto abocinado.  Toda la cabecera se encuentra rematada por una cornisa de  canecillos lisos y de modillones de rollo rehechos. Junto  con la de la iglesia atencina de la Santísima Trinidad, son  dos de las cabeceras más singulares de la provincia, comparándose  con las de San Bartolomé de Campisábalos o  Santa Coloma de Albendiego.  El muro norte de la nave es macizo, sin decoración,  pero en el extremo oriental encontramos un arco apuntado  cegado que tal vez pudo dar acceso a una antigua estancia  actualmente desaparecida. El acceso al interior se realiza a través de una portada  renacentista abierta al Sur y otra, del mismo momento,  dispuesta en el hastial occidental. Entre las naves central y septentrional se embute la  espadaña. Presenta una poco habitual disposición, con el  cuerpo de campanas mirando hacía el Sur, cuando lo normal  es que esté orientado al Oeste. Levantada en sillería,  está compuesta por dos cuerpos. El inferior es utilizado  como base y de él únicamente se observa al exterior un  lateral, mientras que el restante se adentra en el cuerpo de  naves. A través de una imposta de listel se inicia un retranqueado  cuerpo de campanas que alberga dos troneras  semicirculares. Culmina en forma recta, con una cornisa  con moldura de gola, sobre la que se disponen cuatro bolas  herrerianas. La cronología de la espadaña es compleja. El  cuerpo de campanas se alza a finales del siglo XVI o principios  del XVII, al igual que la portada inferior, en un estilo  clasicista, como muestran las molduras y las bolas herrerianas.  Sin embargo, el cuerpo de base plantea dudas, de  tal manera que pensamos que ha sido conservado de la  antigua construcción románica, de la cual también se conserva  parte del esquinal de sillería que observamos en la  parte derecha de la nave central, a la cual se adosa el muro  de mampostería correspondiente a la nave sur. Por lo tanto  pensamos que en el siglo XVI, cuando levantan el nuevo  cuerpo de naves, conservan el esquinal derecho de la antigua  nave y por lo menos la base de una antigua espadaña  o torre que acompañaba al antiguo templo, en origen adosado  pero exento a la nave. Al aumentar el número a tres,  quedó insertada de manera curiosa en el interior del cuerpo  de naves. Posteriormente se levantó el actual cuerpo de  campanas e incluso la parte superior de la base. Remata la nave una cornisa que en el costado meridional  muestra una moldura de gola del XVI, mientras en el  septentrional presenta una decoración de nacela sustentada  por varios canecillos con la misma moldura. Tanto la  cornisa como los canecillos parecen reaprovechados de la  antigua obra románica. El interior actualmente está habilitado como sala  expositiva, por tanto sus naves y sus muros están copados  de múltiples piezas artísticas procedentes de diversos lugares.  La nave central se cubre con una bella armadura de  madera de par y nudillo, que decora sus tablas con estrellas  de ocho puntas y cueros recortados. Una cubierta con  similares motivos decorativos cubre la nave central de la  iglesia de San Bartolomé de Atienza, ambas seguramente  realizadas por el mismo taller. Esta nave, de mayor altura  que las contiguas, se separa de la lateral sur mediante cuatro  arcos formeros apuntados que descansan en cinco  potentes pilares octogonales, el primero y el último adosados  a los muros de la cabecera y occidental, respectivamente.  Los pilares están rematados con una pieza, a modo  de capitel, compuesta por un listel superior y dos boceles  que flanquean una mediacaña decorada con ocho cuadripétalas  de botón central. Tres arcos, y no cuatro, separan  la nave central de la lateral; en este caso, el espacio en el  que se desarrollaría el cuarto arco está ocupado por la base  de la espadaña, que, como anteriormente comentamos, se  introducía en el interior del cuerpo de naves. Estos tres  arcos descansan en el mismo número de pilastras octogonales,  rematadas en unos sencillos cimacios moldurados.  Las naves laterales se cubren con una sencilla armadura de  madera a un agua.  Estructuralmente encontramos un cuerpo de tres  naves dividido en cuatro tramos, el último de la nave septentrional  convertido en baptisterio. Sobre este último  tramo se alza un extenso coro que recorre las tres naves.  Éste apoya en un pilar octogonal y en un pie derecho  sobre el que se eleva una zapata de madera, que junto con  dos ménsulas de madera situadas en los extremos, soportan  una gran viga de madera a modo de arquitrabe en cuya  parte superior se ubican dos filas de cabezuelas, que marcan  el fin de los tirantes de madera que conforman el entarimado  sobre las que se desarrolla la barandilla. Permite el acceso a la cabecera un arco de triunfo  apuntado y dos veces doblado, que apoya en pilastras,  sobre dos semicolumnas truncadas o colgadas, cuyos fustes  arrancan de una ménsula situada en el tercio superior  de la pilastra a la que se adosa. Sobre los fustes se sitúan  dos capiteles de estilo dórico, que culminan en un cimacio  con moldura de cuarto de bocel que recorre toda la estructura  del arco de triunfo y se continúa por toda la cabecera  a modo de imposta, que coincide con la parte superior de  todos los capiteles emplazados en la cabecera. Las aristas  del arco del triunfo están molduradas con una mediacaña.  Otro arco que repite la estructura del anterior, aunque en  este caso sólo una vez doblado, comunica el presbiterio  con el ábside. Éste fue policromado en el siglo XVI con típica  decoración renacentista, que muestra varias cenefas pintadas  de distintos colores, las cuales albergan varios motivos  geométricos, formas abalaustradas, cueros recortados  o candelieris. El presbiterio se cubre con una bóveda de cañón  apuntado, mientras que el hemiciclo utiliza una bóveda de  cuarto de esfera recorrida por dos nervios formados por un  triple bocel que descansa en una pareja de columnas truncadas  o colgadas cuyos capiteles están decorados por sendos  mascarones humanos que ocupan toda la cesta. El  situado en el lado de la epístola muestra una cabeza con  alas a los lados, como figuración de un ángel. El del evangelio tiene rasgos negroides tan desacreditados en el  medievo, el pelo enredado y labios carnosos que nos  hablan de su sentido maléfico. Junto a él, aún podemos ver  diferentes representaciones de pequeños monstruos que  reforzarían su maldad. Se trata de la contraposición del  bien y del mal tan común en el románico. En el ábside de  la iglesia vecina de la Santísima Trinidad también se da  este tipo de representaciones, esta vez en las ménsulas de  las columnas adosadas al ábside. Sobre éstas se dispone un  cimacio de cuarto de bocel que corresponde a la continuación  de la imposta que recorre la cabecera. Estas pequeñas  columnas señalan la división de tres paños que ya vimos en  el exterior.  Al interior cada paño abre su correspondiente ventana,  compuesta, la central, por un abocinado vano al que  rodea un arco de medio punto que descansa en una pareja  de columnas acodilladas, compuestas a su vez por plintos,  a partir de los que se desarrollan dos basas molduradas por  un cuarto de bocel, escocia y un bocel, y sobre las que se  elevan los fustes que rematan en una pareja de capiteles  muy deteriorados, decorados con dos niveles de hojas planas,  rematadas en cogollos: la misma ornamentación que  observamos en el interior. La ventana septentrional repite  casi exactamente la estructura y decoración de la central,  mientras que en la meridional el capitel izquierdo, también  vegetal, parece variar levemente la decoración, aunque  está muy deteriorado. Recorre la parte baja de la ventana  central una pequeña imposta moldurada con un listel, un  bocel y una mediacaña. Bajo la ventana septentrional se  abre un vano cuadrangular, actualmente utilizado como  expositor, el cual está cercado por un bello entrelazo de  estilo mudéjar. Un pequeño banco discurre por la parte  baja del hemiciclo, que en la actualidad alberga la figura de  Cristo yaciente.  Con relación a su evolución constructiva, es un primitivo  edificio románico que en origen estaría configurado  por una única nave rectangular y la cabecera. De este  momento sólo se conserva la cabecera y posiblemente el  arranque de la espadaña. En el siglo XVI se sustituye la primitiva  nave por las tres actuales. En la segunda mitad del  siglo XVI se abre la portada meridional. Ya a finales del  siglo XVI o principios del XVII se inserta una nueva portada,  de estilo clasicista, en el hastial occidental, y se eleva la  espadaña, la cual seguramente tenga un origen románico,  aunque fue reformada en este momento. En la década de  1980 se encontraba en mal estado, pero fue restaurada para  albergar su actual función de museo. Como conclusión podemos afirmar que la iglesia de  San Gil es un primitivo edificio románico fechado a principios  del siglo XIII. En origen presentaría la cabecera  actual más una única nave rectangular, a las que seguramente  acompañaría una torre o espadaña con la misma disposición  actual, de la que seguramente conserva la basa. Su  estructura es habitual en la zona y en el mismo Atienza  repite el modelo la iglesia de la Santísima Trinidad, donde  además de tener una cabecera semicircular también utiliza  las columnas truncadas o flotantes. Además, la Trinidad  ofrece unos mismos patrones escultóricos, aunque en este  caso con mucha más calidad. Otros templos que presentan  una relación estilística con los modelos escultóricos son  San Bartolomé de Atienza, en cuya entrada al pórtico  encontramos los capiteles de hojas planas rematadas en  cogollos, típicos de San Gil; capiteles también similares  encontramos en el más alejado templo de Pinilla de Jadraque,  donde de igual manera observamos modelos influidos  por la Santísima Trinidad de Atienza. En el siglo XVI se amplia el cuerpo de naves de San Gil  a tres, aspecto muy característico en todas las iglesias de  Atienza, pues el mismo caso ocurre en San Bartolomé y en  la ermita de Nuestra Señora del Val; además, la iglesia de  la Trinidad también sustituyó la nave en ese momento.  Algunos autores como Layna Serrano explican que el origen  de estas sustituciones se remonta al sitio de Atienza  por las tropas de Juan II en 1446, fecha en que estaba en  posesión de la ciudad la corona Navarra. Una vez rendida  la villa, aunque no la fortaleza, el ejército castellano la  abandonó tras prender fuego a su caserío, de tal manera  que los templos quedaron semidestruidos. Así que tuvieron  que ser reconstruidos durante los siglos XV y XVI. Otra explicación para la ampliación del cuerpo de  naves se centra en la bonanza económica que afectó a Castilla  en el siglo XVI, de manera que la parroquia contase con  la solvencia económica para emprender estas reformas. Sea  cual sea la explicación, aunque lo cierto es que ambas pueden  estar relacionadas, en este momento se llevaron a cabo  las sustituciones, algunas de ellas con una disposición similar,  como es el caso de San Gil y San Bartolomé, que conservan  análoga armadura de madera en sus naves mayores,  lo que indica que fueron realizadas por los mismos maestros.  A los pies de la iglesia se encuentra la pila bautismal.  Su labrado es idéntico al de los templos de la misma villa  de la Santísima Trinidad y San Bartolomé, por ello apuntamos  a un mismo taller para su labra. Sus dimensiones son  96 cm de altura por 112 de diámetro de copa. Sobre un  pedestal estriado, está decorada a base de arcos de medio  punto separados por gruesas columnas dobles. Los arcos  están cobijados bajo una pequeña chambrana que asemeja  en su decoración a las puntas de diamante o a pequeñas  perlas. Sobre los arcos, a modo de cenefa decorativa,  vemos un filete de puntas de diamante. La diferencia entre  esta pila y la del templo de la Santísima Trinidad es la  ausencia de pequeñas cruces entre las arcadas que vemos  en la última.
           
        
    