Identificador
              19257_25_340n
          Tipo
          
      Formato
              
          Fecha
              Cobertura
              41º 3' 56.23'' , -2º 38' 31.04''
          Idioma
              
          Autor
          Ana Belén Fernández Martínez,César del Valle Barreda
              Colaboradores
          Sin información
              Edificio Procedencia (Fuente)
              País
              España
          Edificio (Relación)
              Localidad
              Sigüenza
          Municipio
              Sigüenza
          Provincia
          Guadalajara
              Comunidad
              Castilla-La Mancha
          País
              España
          Claves
          Descripción
              LA IGLESIA DE SAN VICENTE está enclavada en una de  las calles del medieval barrio alto de Sigüenza, junto  a la plaza del Doncel. El templo está adosado a  vetustos edificios y flanqueado por estrechas callejuelas.  Antiguos documentos fechados en época del obispo don  Cerebruno (1156-1166) señalan que este templo, al igual  que el de Santiago de la misma villa, se iniciaron durante  su mandato. Sin embargo el estilo de estos edificios parece  apuntar a los primeros años del siglo XIII, de tal manera  que los antiguos escritos deben referirse a pequeños templos  provisionales bajo previsión de ser sustituidos posteriormente.  El edificio es una construcción de origen románico  formada por una capilla mayor de testero plano y una sola  nave. Posteriormente, quizás entre los siglos XVI y XVII, se  colocó delante de la portada principal un gran antecuerpo  a modo de arco de triunfo. El campanario fue realizado en  época moderna. Debemos de señalar que entre los siglos  XVII y XVIII el templo fue objeto de varias reformas más,  como la construcción de unas bóvedas de yeso. Sin embargo  estas reformas posmedievales fueron eliminadas durante  una restauración llevada a cabo entre los años 1979 y  1990, la cual intentó devolver al edificio su primitivo  aspecto románico, de tal manera que se sustituyeron las  bóvedas de yesería por una armadura de madera, se liberaron  las tres hornacinas de la cabecera e incluso algunas  columnas que estaban en mal estado fueron sustituidas por  unas nuevas que repiten el modelo de las antiguas. El templo presenta una fábrica de buena sillería arenisca.  Destaca el gran tamaño de su cabecera, a la que una  imposta achaflanada divide en dos cuerpos, el inferior a  modo de zócalo. En su costado septentrional se abre un  gran óculo decorado con boceles, mediascañas y puntas de  diamante. En este mismo costado se alza la torre cuyo  cuerpo bajo está unido al de la cabecera y se fecha en  época románica. En esta zona se abren dos pequeñas aspilleras  cuya función era iluminar la escalera de acceso al  cuerpo superior. Sobre este cuerpo románico que llega  hasta el nivel de cornisas de la cabecera se eleva un cuerpo  de campanas del siglo XX.  Debemos suponer la existencia de una torre o espadaña  en época románica, ya que conserva las escaleras de  acceso. La iglesia de Santiago, que presenta la misma  estructura que el templo que nos ocupa, se culminaba con  una espadaña, de tal manera que es factible pensar que al  estar realizada por los mismos canteros se pudiera rematar  de igual manera. En el lienzo pictórico de la parroquia de  Torrecuadrada de Molina, en una representación del martirio  de la patrona seguntina, Santa Librada, vemos como  en el siglo XVII existía ya la torre con chapitel y remate de  una gran altura. Igualmente en una fotografía de 1905 aparece  a lo lejos ya la torre actual.  El muro oriental del ábside, visible desde el interior de  un patio de una casa adosada, es muy sencillo, con un  pequeño vano compuesto por un arco de medio punto que  se corresponde con un óculo interior decorado de forma  similar al descrito anteriormente. El lienzo meridional  también es muy humilde, sólo roto por una aspillera. Culmina  la cabecera una moderna cornisa de nacela.      A lo largo de toda la nave, en su flanco meridional, se  dan una serie de construcciones que no dejan ver los paramentos.  Sin embargo podemos apreciar el alero soportado  por canecillos lisos y el principio del contrafuerte situado  a la mitad de la nave a cuyos lados se desarrollan los muros  de las dos pequeñas capillas interiores. El muro norte de la iglesia se encuentra alterado por  un contrafuerte rectangular en alineación con el del muro  meridional. En este flanco destaca, a los pies, la bella portada  de acceso, a la que se llega por unas escalinatas que  salvan el desnivel existente con la calle. Está compuesta  por un arco de medio punto de entrada que descansa en  jambas de aristas achaflanadas. Rodean el arco tres arquivoltas  decoradas con finos billetes, acantos afrontados y  tallos ondulantes que albergan rosetas de pétalos puntiagudos  y botón central. Culmina la rosca una chambrana  ornada con puntas de diamante. La estructura apoya en  tres pares de columnas acodilladas que rematan en capiteles  vegetales decorados con finos y nervados acantos de  puntas vueltas. Esta portada está cobijada por un gran arco de medio  punto cuyo origen es fácil de explicar. Creemos que en el  planteamiento inicial del templo se pensaba cubrir la nave  con bóvedas de crucería, idea que confirman los triples  haces de columnas proyectados en el interior para recibir  el apoyo de los nervios. El peso de esa cubierta iría en  parte contrarrestado por un gran contrafuerte colocado en  el exterior. Cuando la nave estaba a punto de finalizarse,  se cambió el plan y en vez de construirse las bóvedas de  crucería se hizo una techumbre de manera, lo que provocó  que los contrafuertes quedaran interrumpidos a la altura  de la que ahora arranca el gran arco. En el interior se terminaron  los haces de columnas pero sin su función original  de recoger los nervios. En un momento indeterminado,  entre los siglos XVI o XVII, se decidió dar un uso al antiestético  contrafuerte inacabado, de modo que sobre él  levantaron el gran antecuerpo a modo de arco de triunfo.  En el costado occidental, el gran arco descansa en una  ménsula decorada con boceles. La arista del arco está  achaflanada, mientras que una moderna chambrana con  puntas de diamante recorre su parte superior. En el espacio  situado entre la portada y el gran arco se dispone una Virgen  con el Niño, gótica, que apoya en una ménsula abocelada  mientras un doselete gótico cubre su parte superior.  Observando en conjunto la estructura nos vuelve a sorprender  la disposición de sus elementos, pues la portada  está profundamente descentrada, pero además la escultura  de la Virgen presenta una extraña situación que no coincide  con el centro de la portada ni con el del gran arco que  la cobija. Así que no descartamos que cuando se levantó el  gran arco de triunfo estuviese planeada una segunda intervención  que afectase a estas estructuras, tal como el  remonte de la portada o su sustitución. Finalmente remata  el antecuerpo una cornisa de nacela sustentada por once  canecillos con la misma moldura, seguramente realizados  en época posmedieval. Un potente esquinal comunica el muro sur con el hastial  occidental, profundamente reformado, en cuya parte  inferior se abre una moderna portada que imita el estilo  románico. Consta de un arco de medio punto al que rodea  una chambrana de puntas de diamante. En la parte alta está  situado un abocinado ventanal de medio punto.  Ya en el interior, la nave, cubierta con una reciente  armadura de madera, exhibe las estructuras que indican su  primitivo plan abovedado con crucerías. El hastial occidental  está reforzado con dos potentes esquinales a cuyos  laterales se adosan sendos haces de tres columnas que  debieran recoger los nervios de la bóveda inicialmente  proyectada. Las columnas nacen de podios a los que continúan  basas doblemente boceladas desde las que surgen  unos fustes lisos que culminan en capiteles decorados con  hojas planas y nervadas rematadas en cogollos. Sobre las  cestas se disponen cimacios moldurados con nacela, un  pequeño bocel y listel. Todos los capiteles de este hastial  occidental fueron sustituidos durante los años ochenta del  pasado siglo XX. En el centro de la nave se dispone un gran arco fajón  apuntado y doblado que descansa en dos pilastras a las que  se adosan sendas semicolumnas de gran tamaño. La pilastra  y la columna meridional están flanqueadas por otros  tres pares de ellas. De este grupo únicamente la semicolumna  cuya arenisca está muy deteriorada es original,  mientras que las restantes, con capiteles incluidos, son  modernas aunque manteniendo el modelo original románico.  Sin embargo son originales la pilastra y columna septentrional,  a los que flanquean dos columnas. Éstas repiten  la estructura anterior con unos capiteles de hojas planas  rematadas en cogollos. El arco fajón con sus apoyos se corresponde con los  contrafuertes exteriores, el norte utilizado para girar el  gran arco que protege la fachada. Dos esquinales más  pequeños refuerzan la fusión entre los muros de la cabecera  y nave. En cada uno de los dos tramos del lienzo sur de  la nave se dispone una pequeña capilla a la que se accede  desde un arco apuntado. En la más occidental se abre una  pequeña aspillera de iluminación. En la parte superior de la  nave aún quedan las marcas de la antigua bóveda de yeso  que la cubrió hasta la década de 1980. Dos sencillos arcos,  de medio punto para la occidental y rebajado para la septentrional,  marcan la entrada desde las portadas exteriores. Permite el acceso a la cabecera un arco triunfal apuntado  protegido por una chambrana de puntas de diamante.  Descansa en un pilar con dobles columnas en los frentes  y otras dos acodilladas en los laterales. Sus capiteles  repiten la estructura y ornamentación expuestas anteriormente,  aunque el cimacio rebasa la superficie de las cestas  y se convierte en imposta. La cabecera se cubre con una bóveda de crucería cuyos  nervios, decorados con tres boceles, descansan en cuatro  haces de triple columna, cada uno situado en una esquina,  repitiendo el mismo sistema que hubiese utilizado la nave  si se hubiese completado el plan inicial. Como es habitual  los capiteles siguen la estructura y decoración ya señalada  de hojas rematadas en cogollos. Los cimacios de las cestas  se continúan como impostas rodeando toda la cabecera.  En el muro oriental de la capilla mayor se abren tres  hornacinas de medio punto, la central de mayor tamaño.  Con respecto a su función, la hornacina septentrional da  entrada a la escalera de caracol que actualmente sube  hasta el campanario; la central presenta función litúrgica  con un sagrario central, mientras que en la meridional se  dispone una especie de pequeña ara o sagrario en su costado  norte, similar a otra que alberga el muro norte de la  cabecera. Antiguamente estas hornacinas estuvieron total  o parcialmente cegadas, y no se descubrieron y recompusieron  del todo hasta la restauración de los años ochenta  del pasado siglo. Sobre la puerta de la sacristía se encuentra una ventana  con arco de medio punto, dos arquivoltas y chambrana  con puntas de diamante. Los capiteles de las columnillas  muestran acantos con cogollos en las puntas. En lo alto del muro oriental se dispone un gran óculo  central decorado con boceles, medias cañas y la habitual  chambrana con puntas de diamante. Similar esquema presenta  el que se abre en el costado septentrional.  La estructura inicial del templo, con una nave rectangular  que en origen se abovedaría y su cabecera cuadrangular  con bóveda de crucería, además de su decoración  escultórica, está muy vinculada con la iglesia de Santiago  de la misma villa. De igual manera ambas están profundamente  emparentadas con el taller que trabajó en la catedral  a finales del siglo del siglo XII y principios del XIII. Arquitectónicamente, la iglesia de San Vicente responde  al tipo que el historiador francés Lambert y posteriormente  Camón Aznar definieron como hispano-languedociano,  término actualmente en curso de redefinición,  pero que sirve a efectos prácticos. Este modelo se caracteriza  por el uso de dobles columnas y pequeñas columnillas  acodilladas que recogían el peso de los nervios de las crucerías.  Características que observamos en el templo que  nos ocupa. Las cuales también son visibles en las naves laterales  de la catedral de Sigüenza, donde también se repite el  modelo de capiteles de hojas planas rematadas en cogollos. En un margen más amplio estas mismas características también  se observan en el refectorio del monasterio soriano de  Santa María de Huerta, cuyo abad a principios del siglo XIII,  Martín Muñoz de Finojosa, fue obispo de la diócesis de  Sigüenza entre 1186 y 1191. Pero además estás mismas  características también aparecen en grandes construcciones  burgalesas de patrocinio regio como son el monasterio de  Santa María la Real de las Huelgas, a la sazón panteón regio,  y el Hospital del Rey. En estas construcciones también se  observan unas estructuras similares y una decoración de  capiteles de hojas vegetales rematadas en cogollos.  Es comúnmente aceptado que estos edificios punteros,  seguramente levantados por canteros procedentes del  norte de Francia, son el germen de un nuevo estilo que va  a tener una gran importancia en Castilla en las primeras  décadas del siglo XIII, y del que como hemos podido comprobar  la iglesia de San Vicente de Sigüenza es descendiente  directo. Con respecto a la relación estilística de sus motivos  decorativos, ya hemos observado como sus capiteles de  hojas planas rematadas en cogollos conducen hasta los  punteros edificios burgaleses, aunque hay que señalar también  que estos tipos se advierten en la iglesia de San Martín  de Molina de Aragón, que además utiliza las puntas de  diamante, tan habituales en las chambranas de nuestra  iglesia, y que a su vez derivan de la catedral, principal origen  de la decoración que utiliza San Vicente, como de  manera clara señala también su portada. Estos esquemas  decorativos gozaron de gran fortuna por la comarca. Es  posible que este mismo taller o seguramente alguno más  popular surgido por irradiación de la manera de hacer de  éste, trabajase en otros edificios de la zona, como podemos  advertir en Pozancos, Carabias o Jodra del Pinar,  donde se repiten los motivos de finos acantos nervados.