Identificador
09558_03_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 53' 36.42'' , - 3º 35' 42.56''
Idioma
Autor
Pedro Luis Huerta Huerta
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Incinillas
Municipio
Villarcayo de Merindad de Castilla la Vieja
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
EL TEMPLO PARROQUIAL de los Santos Justo y Pastor se encuentra ubicado en lo alto del pueblo, en una pequeña ladera. Responde al prototipo de iglesia románica rural, con una sola nave y un ábside semicircular precedido de tramo recto. En época más moderna se reformó la nave y se añadieron la torre, el pórtico y la sacristía. Así pues la única parte conservada de la primitiva fábrica es el ábside, levantado todo él en perfecta sillería caliza. Exteriormente se estructura en tres paños por medio de dos columnas adosadas que llegan hasta la cornisa , rematándose ambas con capiteles figurados de composiciones simétricas. El de la izquierda muestra dos aves afrontadas picoteando las cabezas de dos liebres o conejos, mientras que el de la derecha exhibe dos máscaras antropomorfas de grandes ojos almendrados y pupilas horadadas. Una de ellas porta diadema perlada y está flanqueada por dos aves que colocan una de sus patas sobre su barbilla. La otra, con cabello en zigzag, abre la boca mostrando sus dientes. Su forma y estilo traen a la memoria algunas creaciones románicas de zonas más meridionales de la misma provincia donde se pueden ver mascarones muy parecidos (La Piedra, Fuenteúrbel, Boada de Villadiego, Sotresgudo, Padilla de Abajo, etc.). Toda la cabecera se remata con una cornisa sogueada que en el caso del tramo curvo apoya sobre varios canecillos decorados con figuras que llevan asociado un carácter de marginalidad social. Empezando por la izquierda vemos primero a un músico que parece tocar un instrumento de viento. A continuación hay un personaje de grotesca apariencia, con los ojos rehundidos, barba corta y bigote, que realiza una especie de mueca, torciendo la boca y sacando la lengua. Porta al hombro una bolsa o escarcela y en su mano derecha una especie de bastón. A la condición de viajero o peregrino que indican dichos atributos se une la deformidad física que refleja su rostro, conceptos ambos que se asocian a la iconografía de la indigencia. Estaríamos pues ante la representación de un pobre tullido cuya presencia al lado de las otras figuras, también de signo negativo, se justifica por el sentido de penitencia y de degradación con que la sociedad medieval veía a estos miserables y disminuidos físicos que no tenían otra ocupación que la mendicidad. Los otros dos canecillos muestran a un músico tocando un instrumento de cuerda y a una mujer desnuda, con toca en la cabeza y abultado vientre, que parece ser una parturienta. En este sentido hay que señalar que este tipo de mujeres obstétricas que aparecen en la escultura románica responden al concepto de pecado sexual y suelen estar acompañadas de otras imágenes que encarnan vicios similares, como juglares y exhibicionistas, buscando casi siempre acomodo en los canecillos de las iglesias. Recordemos los ejemplos de Sandoval de la Reina y Solanas de Valdelucio en la misma p rovincia. El último canecillo se decora con un acróbata. Así pues parece claro que el escultor y el comitente quisieron plasmar con estas figuras una idea de pecado materializada en unos personajes que, desde el punto de vista de la mentalidad de la época, no cumplían una función en la sociedad o cuya actividad era considerada pecaminosa por la Iglesia. En el interior, el ábside, al que da paso un arco triunfal muy transformado, se cubre con bóveda de horno y el presbiterio con cañón apuntado. Desde el punto de vista estilístico hay que apuntar que nos hallamos ante un escultor muy popular, con unos recursos técnicos muy limitados que hacen que su escultura sea bastante tosca. Cronológicamente se puede encuadrar en la segunda mitad del siglo XII.