Identificador
              19194_01_001n
          Tipo
          
      Formato
              
          Fecha
              Cobertura
              40º 30' 6.30'' , - 2º 56' 36.42''
          Idioma
              
          Autor
          Víctor Manuel Ricote Ridruejo
              Colaboradores
          Sin información
              Edificio Procedencia (Fuente)
              País
              España
          Edificio (Relación)
              Localidad
              Moratilla de los Meleros
          Municipio
              Moratilla de los Meleros
          Provincia
          Guadalajara
              Comunidad
              Castilla-La Mancha
          País
              España
          Claves
          Descripción
              LA IGLESIA DE LA ASUNCIÓN en Moratilla de los Meleros  se ubica sobre un pequeño altozano, dominando  cual fortaleza el conjunto de las restantes edificaciones  que conforman el pueblo. Las primeras referencias con  que contamos de este templo proceden de las informaciones  aportadas por los vecinos en las Relaciones Topográficas  ordenadas por Felipe II, recogidas a fines del siglo XVI: A  los treinta y ocho capítulos dijeron que en esta villa hay una Yglesia  que se pone advocación de la Asunción de la Madre de Dios y que no  hay otra Yglesia parroquial.  Las noticias mencionadas coinciden en reconocer que  la iglesia que hoy perdura constituía la única parroquia  existente, además de incidir en la presencia de tres ermitas  dentro de su término: A los treinta y nueve capítulos dijeron  que en esta villa hay tres ermitas y se nombran San  Blas, y San Sebastián y San Juan Bautista. Pérez y Cuenca  constataba en su Historia de Pastrana, escrita a finales del XIX,  la pervivencia de una sola ermita, de las tres mencionadas,  bajo la advocación de la Virgen de la Oliva.  La tipología que en la actualidad podemos apreciar del  templo es fruto de las múltiples reformas llevadas a cabo  durante los años finales del siglo XV y primeros del XVI. La  obra principal realizada en la iglesia parroquial de la Asunción  de Moratilla de los Meleros se remonta a los primeros  decenios del siglo XVI. Manifestación que deja patente el  registro documental, de sumo interés, recogido por los  libros de fábrica conservados en su rico archivo parroquial,  así como la verificación de algunas de las piezas artísticas  que alberga en su interior, documentadas también en dicho  período. Junto a los testimonios aportados por la investigación  archivística, determinadas características estéticas  apreciables en el templo abundan en dicha hipótesis: como  bien apuntara Lavado Paradinas fundamentando su argumentación  ya por las pervivencias de cantería gótica o por  las soluciones de carpintería morisca empleadas en su  nave. Relevantes aspectos de las soluciones arquitectónicas  empleadas, que, en definitiva, coinciden en refrendar  su certera datación en el mencionado siglo y la enorme  magnitud de las intervenciones planteadas, que transformaron  profundamente el conjunto. En Moratilla, al igual que sucedió con las vecinas  Hueva y Pastrana, la mencionada reforma, aún desvirtuando  el concepto general de su traza primitiva, aprovechó en  líneas generales parte de los elementos fundamentales que  caracterizaban a sus antiguos templos románicos. Los principales  vestigios aún son apreciables tanto en el exterior de  los muros norte y sur de la nave, como en el cierre meridional  del presbiterio recto. El actual edificio es de plantalongitudinal conformada por una sola nave de cruz latina,  coronada por un reducido crucero, del que nace el presbiterio  recto y el complejo ábside gótico de su cabecera  poligonal, y la torre campanario situada a sus pies, siguiendo  la clásica disposición empleada en las iglesias de repoblación  estudiadas en la comarca. La portada de ingreso, el  resto románico más representativo, se abre en su muro  meridional.  En el exterior, el templo se alza sobre paramentos formados  por un aparejo mixto, que combina la mampostería  en los muros de laterales de la prolongada y única nave,  con la regular sillería, empleada para afianzar los principales  elementos de su estructura. Los sillares de piedra tallada  refuerzan tanto los esquinales que sellan sus muros  como los sólidos contrafuertes apostados en las aristas de  su cabecera poligonal. La actual cabecera, de clara concepción  gótica, modificó la primitiva románica, con su  típico ábside semicircular, sustituyéndolo por un nuevo  trazado poligonal, definido por contrafuertes externos  ubicados en las esquinas de cada uno de sus lados. Novedosa  tipología que Nieto Taberné ha vinculado con las  iglesias de Romanillos o Nuestra Señora del Val, en el  arciprestazgo atencino. Los muros externos, que desde el presbiterio se prolongan  en paralelo y definen su única nave, se alzan igualmente  sobre obra de mampostería. Su alargada estructura  también fue modificada durante la reforma general aludida,  elevando su altura hasta conseguir la que actualmente  alcanza. Durante dicho proceso se desmontó la notable  cornisa que la corona, trasladando a la nueva disposición  la sucesión de canecillos, de claro perfil románico, que  jalonan su trazado tanto en el muro septentrional externo  como, y de manera más numerosa, en la vertiente meridional  del paramento que alberga la nave. Los menciona-  dos aditamentos, en gran medida deteriorados, se configuran  en su mayoría en forma cóncava y simple nacela, a la  que se le añade un rollo adosado que alterna su disposición,  ajustándose, bien a la parte superior, bien a la inferior.  Entre la media docena que se aprecia en la cara norte,  se ven algunos notablemente erosionados, que vislumbran  una tipología semejante a la quilla de una embarcación,  alternando con otros más pronunciados, parejos a la proa  de una nave, siendo tal su degradación que su descripción  resulta harto dificultosa. Anexos a su cabecera se ubican  sobre muros de mampostería, que descansan tanto sobre el  muro norte de su presbiterio como en el opuesto muro sur  bajo una de las alas del crucero, sendas estructuras cuadradas  que cumplen la función de capilla, por una parte, y de  sacristía, por otra. En ambos casos la luz interior queda  asegurada por la presencia de ventanas abocinadas de estilo  gótico, que igualmente se disponen a ambos lados del  eje que define el crucero, y en el lado más ancho de la cara  meridional de su ábside poligonal.  Al final de la nave se alza la característica silueta de la  torre-campanario, colocada a los pies del templo. Se trata  de una estructura cuadrada, dividida en dos cuerpos sobre  aparejo de cantería, el superior de los cuales abre sendos  vanos, formados por sencillos arcos semicirculares. Su  emplazamiento, que no respeta relación simétrica alguna  con respecto al eje de la nave, debió de ser el mismo lugar  en que primeramente se asentara la antigua espadaña  románica, que habría sido con posterioridad sustituida por  la que al presente conservamos. En el centro del alargado recorrido que describe el  muro meridional de la nave, abre al exterior, en el lado de  la epístola, la rotunda portada principal de la iglesia, manifestación  estética que goza de un indudable acento románico  tardío, que no logran ocultar los retoques sufridos en  su reutilización de finales del siglo XV. Relevante elemento  de su construcción, que constituye el ejemplo más  representativo de aquellos que debieron de conformar el  primitivo templo medieval.  El conjunto descansa sobre un cuerpo saliente de sillería,  sobre el cual, mediante un gradual abocinamiento  hacia el interior del arco semicircular de entrada, se superponen  las cuatro arquivoltas, también de medio punto, que  componen su cuerpo principal. Protegida en su parte superior  por una pequeña cornisa sobre la que vence un reducido  tejado exento de ornato, y flanqueada a ambos lados  por sendas pilastras de sillería adheridas al muro.  El arco exterior se nos muestra recercado por una  doble moldura convexa, en media caña, completamente  lisa, bajo la cual se disponen tres de las mencionadas arquivoltas  que describen una misma serie decorativa compuesta  por sendos baquetones laterales adosados a sus extremos  y divididos por una nueva moldura convexa inserta en  media caña en su interior. Sobre la estructura adovelada  que conforma el arco de entrada se emplaza igualmente  una nueva arquivolta que respeta la misma y simétrica disposición  ornamental, carente al igual que el recerco externo  de decoración alguna que reseñar. El cuerpo superior descrito apea directamente sobre  un doble baquetón corrido, de notable anchura, que descansa  sobre una serie de cortas y estilizadas columnas  rematadas con desgastados capiteles ornados con una  esquemática y prácticamente inapreciable decoración  vegetal. Entre las columnas se inscriben extremadamente  delgadas columnillas, también de reducido fuste, cuyos  minúsculos capiteles han sido seriamente degradados por  la acción erosiva del medio. Tal acumulación de soportes  anexos se alzan sobre basas que cumplen la serie completa  que configuran, en primer lugar, el toro resaltado por un  leve collarino inferior, bajo el que se insertan ancha y  abierta escocia y nuevo collarino, para finalizar elevados  sobre una estructura compuesta por un moderado plinto,  que se alarga sobre una sobria y amplia banda pétrea, a  modo de poyete corrido. El arco interior conserva, bajo  sus jambas laterales, similar basamento, tan sólo diferenciado  por el singular tallado en bisel con que se ensalza el  esquinal que remata su plinto inferior.  Conserva la mencionada puerta resquicios de lo que  debió de constituir un antiguo y en la actualidad desaparecido  aparato escultórico, que se asentó sobre el baquetón  corrido de las cuatro arquivoltas, acompañado por pequeños  y abocelados vanos semicirculares en su sección anterior,  divididas por una delicada columna jalonada por  bolas. Expresivo conjunto ornamental seriamente dañado  y en la actualidad reducido a la parte posterior de su nave.  Las transformaciones de la iglesia han condicionado en  gran medida la adecuada apreciación de sus motivos, desvirtuando  su inicial traza, cuyas monumentales proporciones  y evolucionada concepción han llevado a Nieto Taberné  a vincularla con otras portadas tan relevantes como la  de la iglesia parroquial de Alcocer o la de Santo Domingo  de Silos de Millana, todas ellas en la comarca alcarreña.  Tres escalones, que permiten salvar el desnivel que  guarda con respecto al nivel de la cercana calle, preceden  nuestra entrada a su única nave. Antes de cruzar su umbral  debemos superar la interesante puerta de madera con casetones,  abrochados por un complejo cuerpo de herrajes,  que aparece aderezada con rica decoración barroca, elaborada  en el siglo XVII. De inmediato nos abordan las estrechas  y alargadas dimensiones de su única nave, de unos  veinte metros de longitud y ocho y medio de anchura, que  en definitiva se ajustan a las proporciones aplicables a su  planta inicial. A nuestra izquierda, incrustado a los pies del  templo y suspendido, hallamos el coro en alto.  La cubierta de madera, trabada en par y nudillo, ha  sido concienzudamente estudiada por Lavado Paradinas,  que nos aporta la siguiente y pormenorizada descripción:  Techumbre de madera ochavada de limas mohamares,  sobre trompas de lacería pintada a partir de estrellas de  ocho cintas y figuras de diseño renacentista. Los faldones  de la armadura son de lazo ataujerado con las mismas  estrellas de ocho y crucetas imitando la labor apeinazada  de las primitivas techumbres y los fondos de la tablazón  pintados con figuras de tema renacentista, floreros y formas  vegetales simétricas al estilo del plateresco. Se cuaja  completamente del lazo citado, resaltando en él los clavos  dorados y los fondos de las estrellas con florones también  policro mados y dorados. El arrocable policromado se  decora con ani males afrontados perdidos en una maraña  vegetal y de formas platerescas en tonos azul, rojo, ocre y  negro, y delimitado por dos líneas corridas de arquillos  ciegos a manera de moldura.  La minuciosa investigación llevada a cabo por este  autor permitió constatar que la techumbre descrita habría  sido ejecutada por la labor combinada de los talleres  encargados de su construcción y definitivo ensamble,  encabezados por los carpinteros Juan del Valle, encargado  de armarlo y entallarlo, y Alonso de Quevedo, realizador  del artesonado de la misma, documentado entre los años  1515 y 1516. Especialista que también habría participado  con anterioridad en la elaboración de proyectos tan relevantes  como la cubierta de la capilla de San Ildefonso,  junto a la vieja Universidad de Alcalá de Henares, en el  primer decenio de este siglo. Obra en la que también  intervendría uno de los más destacados creadores de la  corte castellana de su época, Pedro Gumiel, arquitecto  predilecto del poderoso privado real, el cardenal Cisneros,  a quien asistía como maestro y veedor de obras. Figura en  el caso de Moratilla como tasador de la obra de carpintería  desarrollada en su techumbre en el año 1516. Sobre un basamento, parejo al de la nave, se alza, ya  en el crucero, el complejo abovedamiento levantado  durante la reedificación gótica del testero, compuesto por  bóvedas de crucería de combados y terceletes. Obra en la  que debió de intervenir el cantero Juan de los Helgueros,  según consta en los asientos reseñados entre los años  1512-1516. En el lado septentrional de dicho trazado poligonal  rompe una estructura cuadrada levantada con posterioridad  por García de Yela, entre 1536 y 1538, para albergar  la sacristía. Dependencia cubierta por un arquitrabe  con trabazón compuesto por vigas de madera, con formas  acasetonadas y achafla nadas cuadradas y sin ninguna otra  decoración polícroma. El ábside poligonal que lo remata  aparece resuelto con idéntico sistema cubricional al del  crucero.