Identificador
              19249_01_008n
          Tipo
          
      Formato
              
          Fecha
              Cobertura
              40º 38' 17.84'' , -2º 49' 14.32''
          Idioma
              
          Autor
          Víctor Manuel Ricote Ridruejo
              Colaboradores
          Sin información
              Edificio Procedencia (Fuente)
              País
              España
          Edificio (Relación)
              Localidad
              San Andrés del Rey
          Municipio
              San Andrés del Rey
          Provincia
          Guadalajara
              Comunidad
              Castilla-La Mancha
          País
              España
          Claves
          Descripción
              LA IGLESIA PARROQUIAL de San Andrés se encuentra  enclavada en el centro del casco urbano de la localidad,  a escasos doscientos metros de su plaza mayor,  presidida por la notable fachada de su ayuntamiento del  siglo XVI. Se trata de un edificio con claras reminiscencias  románicas, erigido entre los siglos XIII y XIV y que Azcárate  define como de estilo gótico-mudéjar.  La concepción de su planta remite a la disposición  clásica de las iglesias románicas de repoblación que se han  podido localizar en el conjunto de la Alcarria y específicamente  aquellas estudiadas en sus inmediaciones, el cercano  valle del Tajuña. En el tramo establecido entre Brihuega  y Armuña de Tajuña, Abascal Palazón ha constatado la  presencia de al menos cinco yacimientos, correspondientes  a despoblados medievales hoy abandonados, y que  conservan restos de la planta y el alzado de su primitiva  parroquia con trazas claramente románicas: de Norte a Sur  nos toparíamos en primer lugar con la iglesia de San Pedro  en Brihuega, en la ladera que desciende a la vega del río  Tajuña; la parroquial de un despoblado ubicado en el  actual término de la Olmeda del Extremo; la iglesia de  Santo Domingo de Retuerta, cercana a Balconete; la del  despoblado de San Pedro, en Valfermoso del Tajuña; la  capilla del Cristo de Pinilla, en la ribera contraria, ya en el  término de Lupiana; y finalmente la iglesia del despoblado  de los Santos Viejos en el término de Romanones.  La parroquial de San Andrés se levanta sobre muros  de mampostería, con remates de sillería en las esquinas. El  diseño de su planta guarda, al igual que el conjunto de  iglesias mencionado, una tipología compuesta por una  única nave longitudinal, no excesivamente ancha, rematada  en su cabecera por un presbiterio recto, que precede al  ábside semicircular que lo corona, y la espadaña emplazada  normalmente a sus pies. En la parte superior del muro del ábside permanece  intacta la cornisa y la serie de canecillos románicos que la  soportan, delimitando la primitiva altura del templo. En un  lateral y en la parte central del mismo, se advierte también  la significativa presencia de dos de las tres saeteras que iluminaban  el interior del presbiterio, y que hoy permanecen  cegadas. Los vanos se componen, siguiendo la tradición  constructiva de la comarca, con alargados sillares de piedra,  semejantes a los de la ermita de Pinilla de Lupiana o  en los restos que se conservan de la iglesia de Santo Domingo del despoblado de Retuerta. La diferencia de altura, ostensible ya en la cabecera,  resulta mucho más evidente en los muros que jalonan la  única nave. Las diferentes reformas a que se vio sometido  el edificio original han desvirtuado en gran medida su primitiva  factura románica. La principal modificación, como  suele ser habitual en estos reducidos espacios, consistió en  la elevación de la altura, tanto de la cabecera, como, sobre  todo, de la nave, para dotarle de mayor amplitud y luminosidad  interior. El inicial acceso orientado a mediodía se  condenó, siendo sustituido por una nueva puerta situada  en el muro norte, durante la reforma de época gótica, llevada  a cabo entre los siglos XIV y XV. A lo largo del siglo  XVI, a juzgar por la característica doble nacela cóncava que  moldura la parte superior del muro, se amplió finalmente  la altura de la antigua espadaña, y se levantó sobre el muro  sur del presbiterio una reducida sala cuadrada, que habría  de cumplir las funciones de sacristía.  A través de una cancela que permite el acceso al antiguo  cementerio, nos encontramos con la parte externa del  muro sur del edificio que, como su par, carece de cornisa  con canecillos; allí abrió la antigua puerta románica del  siglo XIII. Sencilla portada, diametralmente opuesta a la  empleada en la actualidad, cegada y cubierta en parte por  un contrafuerte lateral que soporta la estructura. Está compuesta  por un arco de medio punto, recercado por un  ancho listel, que apea en sobrias pilastras de impostas lisas,  exentas como el resto del conjunto de decoración alguna. La única portada de acceso que en la actualidad se  emplea, de clara factura gótica fijada en torno a los siglos  XIV-XV, está formada por un adovelado arco que presenta  moderado apuntamiento. La serie de dovelas que lo articulan  se rematan en el exterior con una moldura abocelada,  contorneada a su vez por una leve hendidura. La  estructura descansa directamente sobre una pequeña cornisa  inserta en el propio muro. En ambos casos, tanto en la  portada románica, como en la gótica, el conjunto se define  por una marcada sobriedad, determinada por la ausencia  de elementos ornamentales representativos, quizá inspirada  en la austeridad impuesta por la fuerte influencia  cisterciense en la comarca.  El campanario que ahora apreciamos es de nueva factura,  levantado en piedra en la primera mitad del siglo XX.  Según la documentación gráfica que hemos podido consultar,  merced a la gentileza de los vecinos, la estructura que  hasta entonces se conservaba estaba compuesta por dos  cuerpos: uno inferior, de mayores dimensiones, afianzado  por tres pequeños contrafuertes externos, se alzaba sobre  aparejo de mampostería hasta la altura de los muros de la  nave central. Sobre este primer cuerpo, delimitado por una  pequeña cornisilla, se situaba un segundo, paulatinamente  estrechado a medida que ascendían las hiladas. En la parte  superior se situaban dos vanos en los que debían de asentarse  las primitivas campanas. En el momento en que se realizó  la instantánea se encontraban ya condenados, quizá  como muestra inequívoca de su peligrosa inestabilidad.  Sobre ambos óculos descansaba un pequeño campanil. La  parte superior se ornamentaba con una pequeña cornisa,  coronada con tres pináculos rematados por bolos, tanto en  su eje central como en los flancos laterales.  El interior de su única nave y el conjunto de la cabecera  se cubren con un interesante artesonado de madera  abrochado con tirantes, en el que se han querido ver orígenes  mudéjares. Lejos de ser extraños, son significativamente  abundantes los ejemplos de la inclusión de carpintería  mudéjar en obras con tracería gótica, no sólo en la  comarca alcarreña, clara muestra la encontramos en Moratilla  de los Meleros, sino en todo el conjunto del territorio  que abarcaba la diócesis toledana en los primeros decenios  del siglo XVI. El tránsito de la nave central al presbiterio  viene determinado por un notable arco triunfal de medio  punto, levantado en sillería, con reminiscencias románicas.  En la cabecera se ubica el retablo mayor, dorado y de  medianas proporciones, ornamentado con las columnas  salomónicas características del estilo barroco. Al acceder al interior de su única nave nos topamos de  inmediato con el baptisterio. La pila bautismal, elaborada  en piedra rojiza, está compuesta por una mediana copa  jalonada por refinados gallones, recercados por un reducido  filete, decorado con una estrecha y doble hendidura  interna en los arcos superiores, y simple en la moldura  lateral que los delimita. En la parte superior se remata por  una banda poblada con una serie regular de puntas de flecha.  Azcárate estima que es una obra del siglo XIV, realizada  a partir de un modelo característico del XIII, semejante  a los estilizados gallones que sus artífices pudieron encontrar  en La Olmeda o en la propia Cifuentes.  En definitiva, nos hallamos ante un edificio que sigue  el modelo aplicado en el conjunto de ejemplos de parroquias  rurales de repoblación estudiadas en su entorno, en  los que impera el canon románico de construcción. Abascal  Palazón considera difícil pensar que todo este movimiento  artístico, polarizado en la comarca a través de la  decidida intervención del arzobispado toledano y del  joven y pujante obispado conquense, y en particular por la  relevante figura de don Rodrigo Ximénez de Rada, se canalizara  en exclusiva a través de las influencias estéticas irradiadas  desde las cercanas urbes de Cuenca o Toledo. Argumento  que pudiera ser plausible para las obras más  significativas de las villas más pudientes y populosas, como  Cifuentes o la propia Brihuega, pero que se antoja excesivamente  determinista en el caso de las pequeñas iglesias  rurales, que, según la aguda conclusión del investigador, A  la vista está que estas construcciones son de una simpleza  ornamental y de una tosquedad total, y que, en ellas, la  sensación del gusto artístico y el ideal estético no es que no  se conocieron, sino que llegaron ya transformados en  patrones que pasaron directamente a la construcción. En su  construcción imperó un sentimiento pragmático, siguiendo  una corriente de construcción que se había impuesto en  todas las aldeas de los alrededores.
           
        
    