Identificador
              19053_03_064n
          Tipo
          
      Formato
              
          Fecha
              Cobertura
              40º 45' 27.60'' , -2º 52' 16.81''
          Idioma
              
          Autor
          Ezequiel Jimeno Martínez
              Colaboradores
          Sin información
              Edificio Procedencia (Fuente)
              País
              España
          Edificio (Relación)
              Localidad
              Brihuega
          Municipio
              Brihuega
          Provincia
          Guadalajara
              Comunidad
              Castilla-La Mancha
          País
              España
          Claves
          Descripción
              SITUADA EN EL EXTREMO SUR DE LA VILLA, junto a la  roca que corta el altiplano briocense, se encuentra la  iglesia de Santa María de la Peña. Forma parte de la  muralla medieval que recorre el borde meridional de la  villa. Es una de las cuatro iglesias medievales que tuvo Brihuega  a principios del siglo XIII. Fue mandada construir por  el arzobispado de Toledo bajo mandato de don Rodrigo  Jiménez de Rada, siendo precursora de la arquitectura cisterciense  bajo un modelo arquitectónico que recogía los  nuevos avances reflejados, principalmente, en la utilización  de bóvedas y arcos ojivales en detrimento del arco de  medio punto, puramente románico. Según algunos historiadores,  como Catalina García, la construcción pudo iniciarse  a finales del siglo XII, pensada en el estilo predominante  de la época, el románico, aunque según avanzaba su  obra tuvo que someterse a las nuevas directrices que iban  apareciendo hacia el siglo XIII. El hecho de que se construyera al borde de la meseta,  elevándose sobre el valle del Tajuña, se ha justificado por  la leyenda que acompaña la historia de este edificio. Cuenta  la tradición que fue en las inmediaciones de este lugar,  en las oquedades más profundas, donde la Virgen, con el  Niño en brazos, se apareció a la princesa Elima, hija del  rey moro Al-Mamún a finales del siglo XI, y que cautivada  por tal acontecimiento y prendada de su esplendor decidió  convertirse al cristianismo. En ese mismo instante y en  dicho lugar se construyó una pequeña ermita donde poder  venerar a la Virgen, que fue, desde entonces, la patrona de  la villa. Tiempo después se sustituyó la vieja ermita por un  templo de mayores dimensiones, en el emplazamiento que  hoy vemos de estilo románico, en el siglo XIII y derribando  para ello la antigua fábrica. Se trata de un templo de estilo románico tardío, vinculado  al grupo de iglesias que pueden denominarse protogóticas,  como las de Sigüenza, Cifuentes y las briocenses  de San Felipe, San Miguel y Santa María de la Peña, en  las que se inicia lentamente el arte gótico. Cerrando el pradillo  de la iglesia se encuentra la redondeada mole del castillo  de la Peña Bermeja, alzado sobre la primitiva fortaleza  árabe del siglo XI, que una vez en manos del señorío  eclesiástico de Toledo fue reformado y reconvertido en  palacio residencial para pasar largas estancias.  La iglesia de Santa María describe en planta una  estructura de forma rectangular, con la disposición de tres  tramos, con cabecera a saliente y torre a poniente, con la  salvedad de situar en el lado norte el pórtico de ingreso, en  lugar de situarlo al lado sur como era lo habitual, debido a  que el borde de la roca hacia inaccesible su entrada. En su  lugar se abrieron posteriormente, hacia el siglo XVI, dos  capillas laterales como prolongación de la nave sur. Al exterior se aprecia la conjunción de volúmenes que  se han ido adaptando a la arquitectura del edificio a lo  largo de sus diversas etapas, formando un conglomerado  de varios estilos arquitectónicos, pero que ha logrado respetar  la original planta románica del siglo XIII. La fábrica en  su conjunto es de sillares regulares, para las partes más  nobles, y de mampostería típica de piedra y argamasa, para  el resto de los muros. En el lado oriental se sitúa la cabecera, con ábside  poligonal de cinco paños separados por contrafuertes, cada  uno de los tramos ocupados por un vano de arco de medio  punto con tres arquivoltas, rematadas en su contorno por  una chambrana de puntas de diamante. Las arquivoltas de  fino bocel descansan sobre pequeñas columnitas muy estilizadas  con decoración de capiteles vegetales. Parte del  ábside se encuentra oculto en la panda sur por la adhesión  de un cuerpo de planta rectangular para la sacristía, por lo  que sólo se aprecian cuatro de los cinco vanos. Es oportuno  señalar también que parte del ábside se encuentra relleno  casi hasta la altura de los vanos para quedar igualado al  nivel de la calle, ocultando la fábrica de sillería en su parte  inferior. Destaca la altura de la nave central sobre las laterales,  que, sobresaliendo en volumen, recoge la luz exterior  a través de amplios vanos apuntados, tres en la panda norte  sobre la portada de ingreso. Dichos vanos se resuelven con  arco apuntado con chambrana decorada con puntas de diamante  y tímpano. El primero de ellos, original del siglo XIII,  se ha podido conservar intacto, mientras que los otros dos  fueron sustituidos por dos de piedra en 1995. Una línea de  canecillos recorre parte de la cornisa de la nave central en  el primer tramo, pues el resto desapareció sufriendo restauraciones  posteriores.  La portada de ingreso se encuentra resguardada por  un pórtico moderno y se abre mediante un gran arco apuntado  de clara influencia gótica. Está compuesta de cuatro  arquivoltas que se decoran con puntas de diamante, fino  bocel la segunda y palmas vegetales. Ocupa el arco interior  un tímpano rebajado con dos arcos apuntados simétricos  que simulan un falso parteluz. Sobre éste se sitúan tres  óculos, el central tetralobulado. Descansan las arquivoltas,  a su vez, sobre esbeltas columnas adosadas al muro, y los  capiteles mezclan motivos vegetales con algunos historiados,  en el margen izquierdo, que parecen representar escenas  de la Virgen María. Tras las últimas restauraciones del  año 1994 se aprovechó el cincuenta por ciento de los fustes  de las columnas y se rehicieron los capiteles del margen  derecho, en los que se representa las escenas de la  Anunciación, Visitación y Nacimiento. La torre es posterior a la realización de la iglesia  románica, se localiza a poniente y tiene planta cuadrada.  Consta de dos cuerpos, en cuya parte inferior se abre una  nueva portada, esta vez bajo un sencillo arco de medio  punto sobre el que se emplaza un escudo del cardenal  Juan de Tavera (1534-1545), época de ampliación de la  iglesia. De esta época es también la apertura de dos nuevas  capillas en el lado sur, que ensanchan aún más la nave  lateral.  Una vez en el interior, se aprecia la diferencia de altura  de las naves, más alta la central que las laterales, y la iluminación  que se consigue a través de los amplios y esbeltos  vanos de la nave central. La separación de esta nave con  las laterales se resuelve a través de arcos formeros de medio  punto que descansan sobre gruesas pilastras con columnas  adosadas, mientras que las naves laterales lo hacen mediante  arcos apuntados. A excepción de los brazos del crucero,  que se cubren con cúpulas sobre pechinas barrocas, el resto  lo hace con bóvedas de crucería de fina ejecución, mostrando  todas las nervaduras sobre la tosca piedra.  Si algo llama la atención al interior, a parte de la tenue  luminosidad de su espacio, es la rica decoración de los  capiteles que se reparten por cada una de las columnas. De  diversa temática, pero de rigurosa ejecución, pueden apreciarse  capiteles vegetales de roleos, hojas de acanto y otros  frutos, acompañando a capiteles de temática historiada,  que pone de manifiesto el significado del arte románico en  una unión de la iglesia con sus fieles, desarrollando un programa  iconográfico que muestra la lucha entre el bien y el  mal, la necesidad de la penitencia y el perdón para salvarse  de las penas del infierno. Por este motivo se realizan  capiteles como el que aparece en la nave central, que  muestra la escena bíblica de Sansón degollando a un león.  La temática mariana es la más desarrollada en los capiteles,  y, en este caso, siendo la advocación de la iglesia a Santa  María, no es difícil de explicarlo; entre ellos destacan la  Anunciación de la Virgen, capitel también de la nave central  junto a los pies. Acompañan el programa iconográfico  otras figuras antropomórficas como centauros, toros alados,  y figuras animales, como monos, perros y otros de  difícil adscripción. El paso de la nave central a la capilla mayor se resuelve  mediante un gran arco triunfal apuntado, dando acceso,  en primer lugar, al presbiterio recto con columnas adosadas  y bóveda de crucería. El ábside poligonal se cubre con  bóveda de crucería de seis nervios que descansan sobre  esbeltas columnas rematadas en capiteles foliáceos. Se  divide el ábside en cinco tramos, ocupado cada uno de  ellos por un delgado vano de arco de medio punto, ligero  abocinamiento y recercado por chambrana de puntas de  diamante. En la parte central del altar mayor se venera la  imagen de la Virgen de la Peña, situada sobre un pedestal  adornado al efecto. A los pies de la nave se encuentra el coro alto, sobre  un amplio arco escarzano y escoltado por medallones de  estilo plateresco del siglo XVI, época en la que se realizan  ampliaciones en el templo por parte del Cardenal Tavera,  promotor de toda la obra renacentista en el templo, plasmada  al exterior por la portada occidental y rematada por  el escudo arzobispal.  Se trata, por tanto, en su conjunto de uno de los templos  más significativos y de mayor devoción de la provincia  de Guadalajara, en el que se marcan las pautas de un  claro avance hacia el gótico, aunque perviviendo con la tradición  del arte románico. Es una muestra de la importancia  que para el arzobispado de Toledo tuvo la villa de Brihuega,  concretamente la iglesia de Santa María de la Peña,  lugar de culto y devoción de la patrona del municipio.